martes, 1 de abril de 2008

Amarrando "perros"

Que amarre a sus perros

Arturo Rueda/ Cambio

 

Tiempos difíciles para el gobernador poblano. Fracasó su estrategia de ejecutar los relevos gubernamentales en la clandestinidad  de la semana santa para difuminar las reacciones políticas al entrenamiento oficial de Javier López Zavala como el delfín  de la sucesión. Las presiones llegaron de todos modos, a tla grado que el mismo Mario Marín, es una comida con los veintiséis diputados locales del tricolor, dio el manotazo sobre la mesa para afirmar que no existe ningún favorito. Una aclaración tardía  cuando el delfinazgo ya ha tomado carta de naturalidad entre la clase política del tricolor. Y para lo que era un secreto a voces, comentario y análisis de café, Carlos Meza Viveros le pone nombre y apellido: el delfín no es otro que el secretario de Desarrollo Social.

 

La designación oficial de un favorito del monarca provocó que la sucesión se le saliera de control. A Mario Marín. Y aunque por todos lados tratan de mandar mensajes de que la prioridad son los dos años restantes del gobierno y las elecciones federales del 2009, la verdad es que marinistas y antimarinistas ya sólo tienen una cosa en la cabeza: quien despachará en Casa Puebla a partir del 2011. De los segundos se entiende por ser una corriente natural del priísmo. Pero el gobernador, para recuperar el control de la sucesión, tendrá que amarrar primero a sus aliados, quienes  corren igual o más de desbocados que Enrique Doler y Chucho Morales.

 

Gerardo Pérez Salazar, el secretario de Finanzas. Es un ejemplo perfecto del enloquecimiento que provoca la sucesión entre los marinistas. No para frenar a los rivales del grupo, sino en su estrategia para desplazar a su jefe en dos años. Y es que aunque nadie lo crea, el secretario Vector en verdad cree que puede ser el sucesor de Mario Marín. Y ya trabaja para ello y dispone de los fondos públicos.

 

Su objetivo primario es alcanzar una diputación federal – tal como lo relato ayer Ricardo Morales en su columna – para romper los candados estatutarios del tricolor. Después, con el apoyo de los empresarios que ha pastoreado a lo largo del sexenio, presentarse como una opción intermedia entre Javier López Zavala y Mario Montero. Algo así –en palabras suyas- como una especie de José Othón Bailleres, quien no estaba considerado originalmente para ocupar la  presidencia de la Gran Comisión del Congreso, pero ante el encontronazo de los dos alfiles del marinismo resultó una opción de consenso.

 

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