miércoles, 9 de abril de 2008

La quema de los brujos

La Quintacolumna
de Mario Alberto Mejía
quintacolumna2005@gmail.com
 
LA QUEMA DE LOS BRUJOS. Con Kamel Nacif ocurrió lo mismo que hoy vemos con Rubén Gil Campos: quienes lo conocieron, lo trataron, lo presumieron, hoy se deslindan de él como si tuviera lepra o alguna otra enfermedad sagrada de la Edad Media.
No podía ser de otra manera.
Ora resulta que quienes en el pasado reciente los trataron –ya sea por negocios o por asuntos ligados a la política- hoy son tan culpables como ellos.
Veamos.
Gil Campos fue, hasta antes de este escándalo relacionado con el narcotráfico, un hombre poderoso en lo económico y en lo político.
Su nombre, pues, abría puertas y generaba ganancias.
Hace poco, a través de su empresa Gil, Movig & Storage transportó todo tipo de cargamento para el muy estricto ejército estadunidense.
Eso le gano el reconocimiento de congresistas y uno que otro huésped de la Casa Blanca.
Fue suficiente con que cayera en desgracia para que cualquiera que, por las circunstancias de la vida lo haya tratado antes, se convierta, de facto, en sospechoso de un crimen de lesa humanidad.
Y en ese vicio, hay que decirlo, caemos todos.
Ayer, en las páginas de algunos medios locales, se buscó crucificar a algunos que tuvieron la poca fortuna de tratar con Gil Campos.
(Quien esto escribe hizo lo mismo con Rodolfo Chávez Carretero, de quien hablaremos más adelante).
Un caso: Jorge Estefan Chidiac.
Al diputado federal que preside la Comisión de Hacienda en la Cámara Baja del Congreso de la Unión le quieren colgar ahora la medallita de ser el padrino del "Gavilán", lo que incluye, faltaba más, haberlo impuesto como candidato del PRI a la Presidencia Municipal de Izúcar de Matamoros.
Asegurar lo anterior denota, también hay que decirlo, un desconocimiento brutal de la historia reciente, pues cuando Estefan fue nominado candidato a la Diputación Federal, por el distrito con cabecera en Izúcar, sus bonos no eran los mejores.
¿Cómo olvidarlo?
De entrada, nunca le llegó el dinero prometido para hacer campaña y se tuvo que rascar con sus propias uñas para sacar adelante su proyecto.
Y es que Estefan no estaba en las prioridades del PRI poblano.
Menos aún en los afectos.
(La noche misma del 2 de julio de 2006 a las redacciones de los diarios poblanos llegó la versión de que había perdido la elección).
De ahí que suene más que inverosímil la especie de que él, y no otro, puso como candidato a Gil Campos.
¿Con qué influencia?
¿Con qué poder?
Otra versión soltada ayer nos habla de que fue el mismísimo Gavilán quien patrocinó la campaña de Estefan
Y más: que éste fue padrino de la hija de aquél que la debe estar pasando del carajo en Estados Unidos.
No.
Estefan no recibió un solo quinto de Gil.
Tampoco fue padrino, y menos aún acudió a la fiesta, de la hija de nuestro personaje.
Ahí están las fotos para demostrar esa ausencia.
Lo demás es periodismo ficción.
 
 
Quien sí, y de qué manera, es íntimo de Gil Campos es Rodolfo Chávez Carretero en su carácter de arquitecto.
Esta es la historia:
Hace unos cinco o seis años, el "Gavilán" –a quien así le llaman por herencia paterna, según el director del Capcee- tuvo la idea de construirse una casa en San Francisco Totimehuacán.
(Qué digo casa: una mansión).
Y para ese fin contrató los servicios del muy calificado arquitecto Chávez Carretero.
Con la solubilidad que da el dinero, la obra se fue levantando con rapidez hasta que quedó totalmente concluida.
Entonces, el arquitecto se metió a la decoración de los interiores y construyó un sótano que sirviera como cava para una de las pasiones de Gil: el tequila.
Y es que, sí, en serio, el "Gavilán" tiene más de mil botellas de los mejores tequilas del mundo.
(Sus otras debilidades son las armas y las mujeres delgadas, apiñonadas, de buen busto, del tipo mexican Barbie).
Para finalizar su trabajo, Chávez Carretero  compró los muebles en "Chapital".
Y a otra cosa, Carretero.
Vino después la invitación a decorar Casa Puebla de los Ángeles, California.
El promotor de la obra, el propio Gil, adquirió un lujoso local en la denominada Plaza México –cuyo creador fue un coreano- y contrató al arquitecto para que lo acondicionara.
Ahí están las casas.
La de San Pancho y la de Los Ángeles.
Faltaba más.
Por eso resulta incomprensible que el arquitecto haya sufrido una amnesia que esperamos sea temporal.
Porque esto fue lo que le dijo a Miguel Ángel Cordero, reportero de El Columnista:
"-Tengo entendido que eran cercanos, amigos –le preguntó el periodista.
"-Bueno, es lamentable, pero la verdad… cercanía, cercanía… pues como la tenemos varios funcionarios con los presidentes municipales. Es la única cercanía que puede haber con él –respondió quien construyó la residencia.
"-¿Y en esta cercanía hubo una relación?
"-Nosotros tratamos de tener buena relación con todos y cada uno de los presidentes municipales, no importa el partido al que pertenezcan. A este amigo… la misma atención que a cualquier otro presidente. La verdad es que como funcionario público pues muchos tenemos relación con él. Es lo único que te puedo decir. No tengo más conocimiento. (…) Desconozco la vida privada de este señor. Desconozco totalmente sus actividades fuera de lo que fue como presidente municipal, que sólo duró un mes. Te repito: que las autoridades lo juzguen.
"-¿Entonces usted lo conoció hasta que fue presidente municipal?
"-Bueno… ya antes… en la campaña que tuvo y algunas gestiones como migrante poblano."
Hasta aquí la cita.
¿D e qué se avergüenza el arquitecto si cuando fue contratado Gil Campos era un hombre de éxito y buena fama pública?
Ver para creer.
 
Unas Líneas Ligeramente Turbias. Le agradezco al lector que me mando las siguientes líneas: "Realmente la escena que narras es una excelente pincelada acerca del Gavilán, pero aunque no lo parezca es relevante la identidad de esa chica de unos veinte años que parecía teibolera,  porque en muchas ocasiones, antes, durante y despues de campaña, su acompañante de cabecera fue la hija de un devaluado dirigente de una agrupación popular, quien, además, es aviadora en SICOM".
 Llamado:
"El arquitecto se metió a la decoración de los interiores y construyó un sótano que sirviera como cava para una de las pasiones de Gil: el tequila. Y es que, sí, en serio, el "Gavilán" tiene más de mil botellas de los mejores tequilas del mundo. (Sus otras debilidades son las armas y las mujeres delgadas, apiñonadas, de buen busto, del tipo mexican Barbie)"



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