miércoles, 9 de abril de 2008


Duelo de Espadas
Edmundo Dantés / Cambio


Investigar y destituir a los posibles cómplices de Rubén Gil

Son varios los funcionarios del gobierno estatal quienes están más que preocupados por la información que Rubén Gil le dará a las autoridades americanas, porque allá no hay contubernio PRIAN que valga y es lógico pensar que el narcoedil les dirá todo lo que sabe, incluso, de la manera en que algunas autoridades poblanas lucran con los migrantes y con la clase política poblana.

Porque el hoy desconocido narcoalcalde no siempre fue así, sino que compartió el poder con la clase dominante en Puebla, hizo negocios, tejió complicidades con ella y, por ende, cuenta con mucha información que hará las delicias de los americanos. En este contexto, no nos sorprendamos si en los meses próximos el gobierno estatal comienza a entregar un sin número de concesiones a empresas americanas, para explotar los pocos recursos naturales e históricos que quedan en la entidad.

Y aunque él no lo diga y nadie se atreva a sacarlo del gabinete estatal por temor a que cante más y mejor que Placido Domingo, Carlos Olamendi es uno de los más preocupados por lo que Rubén Gil pueda decir, ya que entre la clase política poblana se sabe desde hace tiempo que los dos son socios en el usufructo de un concepto llamado “Auténtico 5 de Mayo”, con el que ambos hicieron negocios a costa de algunos funcionarios estatales y ediles.

Lo que Carlos Olamendi y Rubén Gil hacían (no se sabe si el primero continuará con el negocio, aunque es probable que lo haga y que solamente busque un nuevo cómplice) era cobrar entre uno y dos millones de pesos a todo presidente municipal, diputado o funcionario público con aspiraciones políticas futuras, para presentarlo entre los migrantes y llevarlo a medios de comunicación y a convivencias.

Otro tema que Olamendi, el narcoedil y el gobierno de Puebla quieren que se olvide es el destino de los 20 millones de pesos que el año pasado salieron de las arcas poblanas y que, supuestamente, tenían que servir para que Casa Puebla en Los Angeles ayudara a los migrantes. La brutal opacidad con que se manejan los fondos estatales ha llevado a que nadie – siquiera – se pregunte qué pasó con dichos fondos.

Además, sería conveniente que se aclarara qué hacia el hoy invisible Rubén Gil Campos en las comidas que todos los jueves organiza el titular del Cobach, Omar Álvarez Arronte, en su rancho de Atlixco y a la que acude un grupo importante de priístas, incluyendo algunos miembros del Comité Directivo Estatal que ganó la elección de noviembre.

También es necesario que Javier López Zavala aclare por qué defendió a capa y espada la postulación del narcoedil? en detrimento de los demás grupos del PRI y ¿por qué le regaló predios para su negocio paricular?. ¿De quién recibió esa instrucción si, como ahora dice el titular de Sedesol, él no promovió la candidatura de ese personaje y casi no lo conocía?

¿Por qué López Zavala hizo que los priístas de Izúcar aceptaran la imposición de un narcoedil, que apoyó la campaña del PANAL, como lo reconoció el viernes pasado el hoy diputado de ese partido y ex dirigente del SNTE, Gustavo Espinosa? Incluso, sería adecuado que Jorge Estefan Chidiac explique por qué renta un edificio de Rubén Gil, cuál es su relación económica y política con él, ya que se sabe que el diputado federal tiene su feudo político en la Mixteca, incluyendo la zona en la que se sembró al inculpado.

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