| Tiempos de Nigromante  artrueda@laquintacolumna.com.mx | 
 | 
|         El ocaso de los mitos de la sucesión   Para el amigo Nacho Mier, un abrazo solidario en su pérdida irreparable     El reloj político   del marinismo marca ya el ecuador. El sol del poder comienza a caer,   lenta pero inexorablemente. En el 2008 transcurrirá el cuarto año de Mario   Marín en la gubernatura, y justo en su momento de mayor soberanía los súbditos   empezarán a voltear la mirada hacia el próximo monarca sexenal.   Es la ley inexorable del sistema político creado por el tricolor: poder absoluto sí, pero solo por   seis años. La sucesión ya arrancó.   Fieles e infieles al gobernador en turno empiezan a pensar en su futuro, y   cada día que pasa es   un día menos de poder para Marín. Casi casi es una cuenta regresiva. La   caída ya no habrá de detenerse.   El marinismo, así,   vive una paradoja.   Después del triunfo electoral en noviembre del 2007 y el carpetazo de la   Suprema Corte al escándalo Marín-Cacho, el régimen ha reunido un poder absoluto,   sin oposición a la vista, con el abdicamiento de   cualquier muestra de pensamiento crítico. Pocos ciudadanos quedan en   Puebla. Abundan los súbditos y los lacayos. La corrupción moral   que ha generado el régimen, su gran victoria, es la peor derrota   que hemos tenido como sociedad.    Pero se equivocan   los que hablan del relanzamiento   del marinismo en los inicios del 2008. En estricto sentido se trata del reinicio del sexenio   después de la brutal   parálisis gubernamental y política que empezó el   14 de febrero del 2006. Es la marca del sexenio. Los recursos públicos,   destinados quizá en su origen al crecimiento de la entidad, debieron ser desviados hacia la supervivencia   política del gobernador. Mantenerse en el cargo   fue la apuesta principal. Nadie tuvo –y quizá ahora tampoco la tienen- cabeza para gobernar.   Corromper fue la divisa principal. Como no tenían la verdad   de su lado, debieron comprar conciencias. Unos más caros y otros   más baratos, pero casi   todos aceptaron la transacción. Los que no lo   hicimos pagamos la consecuencias. Fuimos declarados enemigos públicos   y expulsados del reinado sexenal.    El marinismo, en   vísperas del tercer informe de gobierno, no relanzará, sino reiniciará   el sexenio –y en eso reside la paradoja- cuando comienza el cuarto año   de gobierno. Así, sin más explicaciones: el sexenio se partió por la mitad   y Marín hubo de vivir dos años con la espada de Damocles sobre   su cabeza. Pero lo más irónico de todo es que su momento de mayor   encumbramiento, en el reinicio de su monarquía, entre las loas de   sus lacayos, el gobernador empieza a despedirse de su poder y   figuras emergentes empiezan a calcular, mover piezas, trazar estrategias y   caminos para llegar a ocupar su silla. Los aspirantes a la sucesión   ya están ahí.   La ciencia mata toda especulación.   Es la ley eterna del conocimiento. Frente a lo pensamos que puede ser, está lo que es.   Y aunque las plumas a sueldo se esfuerzan en construir rankigs ficticios   de aspirantes a la gubernatura y a señalar con índice flamígero a los   supuestamente han avanzado o retrocedido en sus aspiraciones, la realidad   termina estrellando   contra el suelo cualquier clase de ficción.   La ciencia, en su   versión de la primera   encuesta estatal de la prestigiada consultora   Opina, dibuja ya el verdadero panorama de la sucesión de Mario Marín. Amados u odiados,   guste o no, Rafael   Moreno Valle y Enrique Doger encabezan las   preferencias en sus respectivos partidos. Que si   uno depende en todo de Elba Esther Gordillo o que   si el otro es la versión poblana de RBD es lo de menos. Lo importante es que   de cara a una elección, y aún cuando faltan dos años para el momento cumbre,   ambos superan el   40 por ciento en el rubro de conocimiento.   Separados por décimas, Moreno Valle se coloca a la cabeza por su penetración   al interior del estado, aunque Doger compensa por   su mayor intención de voto. Uno y otro, otro y uno, según los números, serán   los rivales a   vencer en las contiendas internas del PRI y del   PAN.   No sorprende la superioridad   de ambos respecto de sus posibles rivales. Moreno Valle empezó su carrera   política local hace diez años, en la campaña de Melquíades   Morales rumbo a la gubernatura. Después fue un todopoderoso secretario de Finanzas y Desarrollo   Social, cuando ambas dependencias estaban   fusionadas, y creó la mítica expresión de ¡gracias, Rafa! por los derroches   en la construcción de su imagen.    Electo diputado   federal por el terruño de Melquíades Morales, se lanzó en abierta promoción   por todo el estado, bañándolo de espectaculares y mantas con su nombre.   Aunque no pudo alcanzar a Marín, obtuvo la diputación local plurinominal y se convirtió en Presidente de la Gran   Comisión del Congreso   del Estado. Más tarde, cuando fue traicionado por el marinismo   y se le negó la candidatura al Senado, renunció al tricolor y bajo el   padrinazgo de Elba Esther Gordillo se hizo de la   postulación por el PAN, desplazando a Ángel Alonso Díaz Caneja.   Para sorpresa de propios y extraños, derrotó a su ex mentor, Melquíades Morales,   aunque ambos llegaron al Senado. Dos y hasta tres campañas estatales han   hecho que los poblanos retengan su nombre en la cabeza.   Enrique Doger, al igual que Moreno Valle, lleva diez años encumbrado en lo más   alto de la política local. Siete años como rector   de la Universidad Autónoma de Puebla hizo que su nombre resonara por todo el   estado e incluso llegó a aspirar a la candidatura priísta al gobierno,   ambición a la postre rompería el compadrazgo con Mario   Marín. Melquíades Morales, sin embargo, le tenía destinado la candidatura a   la alcaldía que ganó   contundentemente y en el que a pesar del acoso del   gobierno estatal mantiene una buena calificación entre la ciudadanía a su   gobierno.    Si Moreno Valle y   Enrique Doger son los aspirantes más serios a la   gubernatura según los números de Opina, les siguen tres con capacidad para presentar   batalla en los próximos dos años. Se trata de Ana Teresa Aranda   en el PAN, y Javier   López Zavala y Mario Montero en el tricolor. La Doña,   sempiterna aspirante a todo y odiada por la ultraderecha, tuvo una victoria   moral el 11 de noviembre cuando Toño Sánchez Díaz   de Rivera fue derrotado aplastantemente por Blanca Alcalá. Sus 32 puntos   la hace un rival de respeto, aunque sin posición ni recursos   desde donde hacer política, parece difícil enfrentar con éxito a Moreno   Valle, que cuenta con dinero y posición para plazearse   por todo el estado.   Al interior del   PRI, aunque los columnistas a sueldo se esfuerzan por integrar a la sucesión   a Jorge Estefan Chidiac,   Alejandro Armenta o Enrique Agüera, lo cierto es   que una contienda   abierta los únicos que podrían presentarle batalla   a Doger son Javier López Zavala y Mario Montero. El   ex secretario de Gobernación y ex Promotor Estatal del Voto, aunque a nombre   propio no ha hecho una campaña estatal, podría decirse que las hizo como coordinador de la campaña de Marín   y como Promotor Estatal. Aún así, se encuentra 20 puntos debajo de Enrique Doger en materia de   conocimiento. Mario Montero, con la experiencia de ser dirigente estatal del   tricolor y candidato al Senado mantiene 17 puntos, más el jugo   que pueda sacarla a su posición como Secretario de Gobernación.   Jorge Estefan,   a pesar del importante papel que juega a nivel nacional como Presidente de la   Comisión de Hacienda en la Cámara de Diputados, es prácticamente desconocido para los poblanos.   No llega ni   siquiera al 8 por ciento de conocimiento. Enrique Agüera,   en virtud de que en repetidas ocasiones ha manifestado que no le interesa   pelear por la gubernatura, y sumando al hecho de que no milita en ningún   partido político y de que el PRI tiene candados estatutarios, ve restringidas sus posibilidades.   En el caso de Alejandro Armenta Mier,   pues simplemente le faltan espolones para ser gallo   en la sucesión.   La encuesta estatal   de Opina   derrumba los mitos de la ya iniciada sucesión de Mario Marín. ¿El principal?   Que para ganar elecciones no importa ser favorito de tal o cual, sino   tener un conocimiento y una intención de voto consolidadas para aspirar a la   gubernatura. Y aunque muchos piensen que los porcentajes pueden cambiar   considerablemente en los próximos dos años, lo cierto es que la reforma electoral que prohíbe el   uso de recursos públicos para promoción impedirá   que las cosas cambien drásticamente. Es lo bueno de la   ciencia. Derrumba   los mitos, las supercherías y las especulaciones.     *** Fiestas negras. Triste y   enlutado final de año tuvimos en Puebla. El suicidio del abogado Ricardo García Prieto   conmovió al foro poblano y a todos los tuvimos oportunidad de trabajar con   él. La muerte del hijo del amigo Ignacio Mier,   Secretario General del Ayuntamiento, fue devastadora. Y para terminar, la   muerte absurda   de un estudiante prometedor de la Escuela Libre de Derecho, Víctor Baéz,   a un accidente provocado por el arrebato alcohólico de   unos de sus compañeros.   A las familias de   todos ellos, un abrazo   solidario. | |
lunes, 7 de enero de 2008
El reloj político
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

 
No hay comentarios:
Publicar un comentario