miércoles, 10 de septiembre de 2008

Mario Marín, quien ya pasó a la historia como el gobernador más desprestigiado de Puebla, quiere pasar también como el único gobernador que ha dejado gobernador. Llevarse por lo menos ese laurel en su cabeza. Y para ello hace tiempo que eligió a Zavala. El momento exacto sólo lo conoce el propio gobernador. Quizá fue desde que inició el sexenio. Probablemente se aclaró el panorama cuando su compadre Montero perdió la senaduría en el 2006. O más adelante, cuando Zavala operó el cuasi carro completo en las elecciones del 2007 y le salvó la vida al gobernador al retener la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión.

Lo único claro es que a principios del 2008 Marín decidió entregarle las dos estructuras electorales del gobierno para construir la candidatura: el uso de los programas sociales de la Sedeso y la dirigencia del tricolor. Desde entonces, el Proyecto Z no encuentra freno ni reposo, a pesar de las ilusiones que se hagan los monteristas por jugar un juego en el que solamente son señuelos para quitarle “marca” a Zavala. A través de Sedeso, el oriundo de Pijijiapan viaja a diario por el interior del estado para entregar apoyos económicos lo mismo a presidentes municipales que a párrocos y pastores cristianos. A la par, sus alfiles en la SEP, Dario Carmona y Polo de Lara utilizan la estructura de maestros, estudiantes y de padres de familia para promocionar a su gallo. Por último, las delegaciones del DIF y del IPJ, por instrucciones precisas de Francisco Ramos Montaño, cierran la pinza entre los jóvenes.

Desde la semana pasada el Proyecto Z empezó a perder el pudor para exhibir su poder. En la sierra norte afilian a pastores cristianos; luego en Tepeaca, en plenas horas de trabajo y sin pretexto de un evento de la Sedeso, por vía de Humberto Aguilar Viveros se reunió con 500 operadores electorales del distrito de Tepeaca. Ayer, en un acto de entrega de becas, los jóvenes beneficiarios portaban pulseras con la leyenda “Proyecto Z”, lo que atrajo la atención de los medios de comunicación.

Sin embargo, la cereza en el pastel, el colmo de la impudicia, será la unción de un zavalista confeso a la Comisión de Procesos Internos árbitro en la designación de candidaturas para dirimir controversia entre los mismos priístas. Y en lugar de poner ahí a un personaje independiente, con autoridad moral y política entre los tricolores, llevarán a un personaje viciado de origen por el tatuaje de Z que porta orgulloso en la frente. Por sí mismo, Antonio Hernández y Genis no tiene ningún problema; lo tiene a partir de declararse miembro de un clan. Nunca será un árbitro justo.

 

Transcribió: Arturo Rueda / Cambio

Foto: La Opinión diario de la MAñana

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