jueves, 18 de septiembre de 2008

Destino, Casa Puebla

 Enrique Núñez - Contracara

 

Desde hace algún tiempo, cada acto político reviste un interés especial, impregnado de claros intereses rumbo al 2010.

Es evidente que todos los suspirantes esperan cualquier rendija para aparecer en escena.

Lo mismo les da un encuentro legislativo, que un desayuno con señoras encopetadas, que la ceremonia del grito para ventanear sus apetencias políticas.

Todos andan “destapados”.

En los últimos días vimos a Jorge Estefan Chidiac codearse con la crema y nata de los diputados federales, particularmente con los hombres fuertes del presupuesto federal.

Unos días después apareció Mario Montero para presumir sus fortalezas dentro del marco de su propio cumpleaños.

Por su parte, Blanca Alcalá hizo lo propio y decidió robar cámara durante la ceremonia del grito, en donde la presidenta brilló con luz propia.

En respuesta, Javier López Zavala también decidió pasar lista, para enseñar el músculo en su carácter de orador oficial de la ceremonia de Independencia.

Por su parte, muy a la callada, los aspirantes pipitilla también han buscado llevar agua a su molino a través de desayunos, ruedas de prensa y eventos menores, en los cuales buscan sobrevaluar su inexistente poderío.

Así es la guerra de sucesión.

A partir de ahora lo interesante será darle seguimiento a cada acto, a cada evento y a cada movimiento que pueda darnos una pista de lo que pudiera desembocar en el “destape” priista.

 

 

Pistas del descarte

Una de las primeras claves del próximo proceso sucesorio está en la inminente caída de Enrique Doger, quien ha pasado a ser el patito feo de esta contienda.

En este momento, la “peste dogerista” muestra ya efectos letales.

Mientras los demás suspirantes van creciendo día con día, “El Varguitas” se va cayendo día con día.

Una fuente confiable me comentó que en la pasada asamblea realizada en Aguascalientes, Enrique Doger simplemente no fue tema dentro de la cartera temática nacional.

Hay que recordar que Enrique Doger tiene cifradas sus últimas expectativas en el supuesto apoyo de la cúpula nacional del tricolor.

Ojalá que alguien le avise que su nombre no está en la mente ni de Enrique Peña ni de Manlio Fabio Beltrones y mucho menos de Beatriz Paredes.

En esa lógica, los padrinos del “Varguitas” son auténticos mitos políticos.

 

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