martes, 14 de agosto de 2007
La Segob no será sala de espera de aspirantes
INTOLERANCIA / Enrique Núñez
La mano del gobernador
Para bien o para mal, el nuevo sello que Mario Montero le imprima al manejo de la Secretaría de Gobernación será distinto.
De entrada, la Segob dejará de ser la sala de espera de quienes aspiraban a cargos de elección popular, para convertirse en el verdadero centro de soluciones políticas del estado.
Cuando menos eso es lo que el gobernador y los poblanos esperan de Mario Montero.
Y es que para eso está la Gobernación.
Así lo entendió Mario Marín cuando operó esa dependencia en los tiempos de Manuel Bartlett.
En ese entonces, Marín se encargó de acatar los designios del gobernador, sin anteponer sus intereses personales.
Manuel Bartlett era inflexible en ese sentido, sus funcionarios eran eso: sus empleados.
No había otro proyecto que el del gobernador.
Así lo entendió Marín, dedicando su tiempo a operar entre los grupos de poder en el estado.
Eso fue lo que lo llevó a la Presidencia Municipal.
Traducido a este gobierno, Marín debe haber recordado sus tiempos de secretario de Gobernación, en donde no había otro camino que anteponer las decisiones de su jefe por encima de cualquier proyecto político.
Es más, el verdadero proyecto marinista, inició hasta el momento en que el gobernador lo envió a manejar el PRI, para después de entregar resultados, darle luz verde para buscar la presidencia.
Antes, nada.
Para quienes gustan de la lectura entrelíneas, lo de ayer no fue otra cosa que un manotazo en la mesa.
¡Y qué mesa!
La del gabinete.
El amanecer del domingo fue el más frío de todo el sexenio, sobre todo para quienes llegaron a pensar que el mando del estado estaba compartido.
Ya el lunes nadie tuvo dudas.
El que manda políticamente se llama Mario Marín.
El reto de Zavala
Este lunes no fue un día más para López Zavala.
El operador Marinista debió enfrentar el hielo mediático para arrancar la coordinación de una de las campañas más complicadas en la historia del PRI local.
Retomando la historia de Marín en los tiempos bartlistas —y guardadas las distancias—, el ahora gobernador debió entregarle a su jefe el carro completo de las 15 diputaciones federales para poder iniciar su propio camino político.
Sin decirlo, Marín le ha puesto la zanahoria a Zavala.
Si logra ganar junto con la actual dirigencia priista la mayoría en el Congreso además de la alcaldía poblana y las principales cabeceras municipales, habrá cumplido la encomienda de Mario Marín.
De lo contrario, Zavala pasará a ser uno más de la docena de aspirantes que hoy deambula por la casona de Los Fuertes.
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