miércoles, 15 de agosto de 2007

Marín recupera el poder perdido o compartido.


El poder no se comparte

fcrisanto@pue.milenio.com

El pasado fin de semana, el gobernador Mario Marín ejerció toda la fuerza de su poder y demostró que se equivocaron aquellos que se atrevieron a insinuar sólo con el pensamiento que existen políticos o influencias metaconstitucionales y que pusieron en duda el origen, la fortaleza y las decisiones del mandatario.

Hombre forjado en las lides del ejercicio cotidiano del poder, muy destacadamente en la Secretaría de Gobernación como particular del titular, subsecretario y jefe de la oficina decidió que era el momento de hacer cambios y demostrar que en las elecciones de noviembre meterá "toda la carne al asador", con la intención de ganar al enviar a su mejor operador, el hombre que en los dos años y medio del mandato fue el brazo derecho y el protagonista operativo de las grandes decisiones del gobierno estatal: Javier López Zavala.

Al salir del gabinete e ir al trabajo de campo para ganar votos, el exsecretario demuestra su lealtad a quien ha sido en los últimos años su jefe y amigo, y toma el riesgo que en su momento Marín asumió cuando aceptó el reto de ser presidente del PRI y dejar la Secretaría de Gobernación en la que lo designó Manuel Bartlett.

Lo más interesante de todo es que a pesar de la influencia de López Zavala, muchas veces exagerada por sus seguidores y porristas, no quedó en su lugar un personaje que forme parte de su equipo y de su proyecto personal, sino un político que se forjó desde su juventud universitaria junto a Marín, quien le tiene un profundo agradecimiento y consideración.

Mario Montero ya fue el secretario general de Marín en el ayuntamiento de Puebla y su jefe del partido, fue por él enviado a ser candidato a senador, y aunque perdió, el gobernador lo mantiene en su estima, lo cual confirmó con la designación del pasado lunes. Y para que nadie se equivocara, personalmente le dio posesión del cargo.

Para los zavalistas no fue una decisión que les permita operar de la mejor manera, pero el propio Javier está acostumbrado a la adversidad y en los próximos días demostrará ser un colaborador fiel a su jefe; lo mismo le toca hacer a Montero, si en verdad quiere forjar un proyecto propio para suceder a su siempre amigo y ahora jefe.

El gobernador Marín confirmó que el poder no se comparte, y de la lealtad y los resultados que le den dependerá el futuro de sus colaboradores. Zavala entró con un nuevo rol a la competencia; y Montero, si quiere participar en el juego, tendrá que hacer un gran trabajo y evitar ponerle obstáculos a su compañero, por más que haya voces interesadas en confrontarlos.

El futuro de los dos está ligado al de Mario Marín, y de los resultados que obtengan será la posición que ocupen en el afecto y en la lucha por la sucesión. Así es que, como decía el clásico “no se calienten, granizos”, que Marín demostró que el poder no lo comparte y ellos están a prueba.

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