miércoles, 22 de agosto de 2007

Choque de trenes en SEGOB



Réplica y Contra Réplica
Alejandro C. Manjarrez / Síntesis
¿Mario Montero vs López Zavala?



En el accidentado trayecto político de Mario Montero Serrano, ruta llena de luces y sombras, por fin apareció el brillo de su buena estrella. Y digo accidentado porque como el lector recuerda el hoy secretario de Gobernación quiso ser candidato a presidente municipal y no lo dejaron, trató de llegar al Senado de la República y perdió la elección, buscó estar al lado de su amigo el gobernador y éste prefirió mantenerlo a cierta distancia pero sin desampararlo. De ahí que fuera presidente del PRI estatal, candidato y uno de los consejeros cercanos de Mario Marín Torres.



La pregunta que todos nos hicimos es por qué no se integró al gabinete desde el inicio del gobierno marinista. Y la respuesta más aproximada a la verdad (el hecho real nunca se revela) gira en torno a la amistad de los Marios, fraternidad que nació cuando ambos vislumbraron que podrían hacer algo por Puebla y, desde luego, por ellos mismos. Estamos hablando de hace un cuarto de siglo, cuando menos.



Pero lo curioso del supuesto referido está en que de haberse dado la designación cuando se esperaba –o sea al inicio del mandato– quizás habría ocurrido una ruptura grave entre los dos amigos. Esto porque uno y otro prácticamente estaban en el mismo nivel de poder. No había jerarquías ya que Marín y Montero eran uno, pensaban lo mismo y de alguna manera habían compartido el poder burocrático, político y mediático.



Al hurgar en aquel estadio de intereses personales, lo único que encuentro es una muy bien pensada decisión del titular del poder Ejecutivo. E intuyo que en esos entonces Mario Marín pensó en que era necesario empezar sin el peso del afecto de su tocayo, gravitación en la cual figuraría sin duda don Enrique Montero Ponce, uno de los periodistas más influyentes de la comarca. Tenía que adquirir luz propia y una vez que el tiempo pasara, repensarlo con la frialdad del gobernante que entiende su responsabilidad para analizar la posibilidad de contratar la lealtad, presencia, eficacia y talento de "Monterito".



Para no variar con mi estilo permítame el lector imaginar los últimos pensamientos del mandatario poblano, los que le orillaron a mover sus piezas para incorporar a Montero Serrano: "Como ya me acomodé y ejerzo el poder a plenitud y además controlo la vida pública de Puebla y tengo los pelos de la burra en la mano y no hay nadie que me rebase, ya puedo invitar a mi compadre para que se integre al gabinete".



Como seguramente recuerda el lector, en ese ínterin ocurrieron muchas cosas dentro del ámbito gubernamental. Lo de Lydia Cacho y sus consecuencias mediáticas, por ejemplo. Y también la derrota federal electoral del PRI donde las mejores cartas políticas del estado (Montero y Melquíades) dejaron la salea.




Treinta meses en los cuales los reflectores políticos se centraron en dos figuras: la del gobernador y la de Javier López Zavala, su secretario de Gobernación. Dos años y medio, tiempo en que el mayor desgaste político recayó sobre el leal, fiel y confiable escudero en funciones de coordinador del Gabinete.




Puede ser que usted tenga presente lo que en aquellos días Marín le dijo a su equipo una semana después de tomar posesión del cargo:




"Nadie puede decir que yo estoy de acuerdo con tal o cual decisión o que su dicho lleva mi aval. El único que tiene autorización es Zavala. Lo que él diga está correcto porque es mi voz" (aclaro que repito de memoria las palabras del gobernador).




A partir de aquella precisa instrucción al gabinete, los chicharrones del chiapaneco con ciudadanía poblana fueron los únicos que tronaron, circunstancia que, como lo apunto líneas arriba, produjo un terrible desgaste al tal "Zavalita" (así le dicen de cariño). Por ello la necesidad del relevo, digamos que estratégico e incluso urgente.



Ahora viene lo bueno porque, si todo sale como se ha planeado, habrán dos factótums en el ambiente político poblano. Uno será desde luego Mario Montero Serrano. Y el otro Javier López Zavala, siempre y cuando éste llegara a coordinar a la mayoría del Congreso Local.



Mientras que los políticos mencionados se consolidan en sus respectivos ámbitos (poder Ejecutivo y poder Legislativo), veremos lo que parecerá una bien concertada relación: tranquilad, amistad, no rencillas ni resabios. Después otro gallo cantará ya que, si todo sale como lo espera el PRI, uno sería el presidente de la Gran Comisión del poder Legislativo (o sea el titular) y el otro el que luchará por controlarlo u orientarlo e impedir que se salga del guacal o que se orine fuera de la bacinica, acciones que conocen muy bien Javier López y Mario Montero. Tendríamos al hermano mayor contra el hijo putativo, al gallo de casa enfrentándose al tigre chiapaneco. Ello, que conste, si el gobernador lo permite…



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