viernes, 24 de agosto de 2007

Madame Prada Vs. Zavala


Julieta Marín truena contra Zavala y Valentín



  • “Se sirvieron con la cuchara grande”, dice la hermana del gobernador

Selene Ríos Andraca / Efraín Núñez Calderón / Cambio

Desde su butaca en la tercera fila del Complejo Cultural Siglo XXI, a Julieta se le veía con el seño fruncido. Parecía recordar una y otra vez la manera en la que fueron elegidos los candidatos de su partido por la vía plurinominal, lo que a la postre la dejó fuera

Julieta Marín Torres, hermana del gobernador, tronó en plena sesión de la Comisión Política Permanente, al acusar a Javier López Zavala y a Valentín Meneses Rojas de “servirse con la cuchara grande” al integrar la lista de candidatos a diputados plurinominales.


Fuentes priistas revelaron a Cambio que Julieta Marín estuvo a punto de abandonar la sesión privada al momento de conocer la lista de los 14 propietarios y suplentes, en la que su nombre simplemente no figura, pese a que su propio hermano Mario Marín Torres fue el encargado de avalar las propuestas de la dirigencia estatal del PRI.


Según narraron los delegados del PRI, Julieta Marín dejó a Javier López Zavala con la mano extendida y se dio la vuelta con la copia de la relación de 14 priistas, de los que al menos cinco ocuparán una curul en el Congreso del estado a partir del 15 de enero de 2008.


En una brevísima entrevista con Cambio, Julieta Marín no rechazó que haya culpado a López Zavala y a Meneses Rojas de haberse “servido con la cuchara grande”, solamente sonrió y dio por concluida la conversación.
—Doña Julieta, una pregunta, ¿por qué se enojó en la sesión de la permanente?— preguntó la reportera.
—No, para nada. Es un día de fiesta. Estoy muy contenta con mi partido. Vine aquí a ver a Beatriz Paredes, a celebrar con mi partido.
—Una duda, ¿entonces, quiénes se sirvieron la cuchara grande?
—… mmm… ¡Ay, Selene!— dijo al tiempo de seguir su camino y despedirse amablemente.


La ira de Madame Prada
Valentín Meneses hablaba de la lealtad que los priistas deben rendirle al gobernador Mario Marín en la toma de protesta de los candidatos del PRI. Desde su butaca en la tercera fila del Complejo Cultural Siglo XXI Julieta movía con su mano derecha un pasquín doblado a la mitad en forma de abanico. Su seño fruncido lo decía todo. Parecía recordar una y otra vez la manera en la que fueron elegidos los candidatos de su partido por la vía plurinominal.


Su expresión presagiaba que en cualquier momento se levantaría de su butaca para gritar de nueva cuenta: “se sirvieron con la cuchara grande”, como lo hizo horas atrás en el salón de Presidentes del PRI de la Diagonal.


No lo hizo pero ni la alusión a su hermano la sacó de su estado iracundo, ni siquiera una gesticulación hizo cuando todos aplaudieron al “primer priista del estado”, ausente en dicho acto por cuestiones de trabajo.El discurso de Blanca Alcalá no la emocionó, como tampoco al resto de la militancia ahí reunida que ya de por sí traía su algarabía desbordada. Y es que la voz de la aspirante priista a la alcaldía de Puebla capital se perdía entre las porras, gritos y vítores de los acarreados del distrito 6.


Pocos en el recinto escucharon la intención de Alcalá de hacer un gobierno transparente, moderno y comprometido con las causas sociales. Fue en la parte final de su discurso cuando la catarsis inundó a todos. La unión y el triunfo el 11 de noviembre con el tono de su voz aumentado fue motivo para que todos se levantaran a aplaudir a la exfuncionaria marinista.


Pero la hermana mayor del gobernador permaneció sentada. Nada la conmovía, sólo agitaba su abanico improvisado y mascaba con agilidad un chicle, al cual parecía habérsele ido el sabor en las primeras mascadas. Así expresaba su ansiedad.


Todo empeoró cuando llegó López Zavala. El coordinador de Promoción del Voto priista era asediado por las porras y con el Proyecto Z ya disminuido, se dirigió a la audiencia con su peculiar nerviosismo y tartamudeo. Julieta lo veía detenidamente, ansiosa cruzaba los brazos o se tallaba los ojos con sus dedos.


Se le vio inquieta, su expresión reflejaba hartazgo. De nueva cuenta dirigió su mirada hacia López Zavala, a quien horas antes le negó el saludo. Mascaba su chicle y lo veía con extrañeza y desconfianza como cuestionando sus llamados a la unidad y su liderazgo.


Pronto cayó en la cuenta que tenía que sumarse a la algarabía de sus compañeros. Le brindó tres aplausos al creador del Proyecto Z y se entregó a su líder nacional Beatriz Paredes Rangel, quien sí supo dar un discurso en medio de los exabruptos de la masa encendida.


Julieta Marín dejó el Complejo Cultural declarando que se sumará con su partido para que logre el triunfo en las próximas elecciones. Pero cuestionada por una reportera reconoció con una expresión de molestia que se hallaba iracunda por las decisiones de su hermano y su partido.

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