martes, 7 de agosto de 2007
El cínico de Zavala
CAMBIO / Tiempos de Nigromante
de Arturo Rueda
artrueda@laquintacolumna.com.mx
Elecciones de Estado
¿Se habrá visto en los tiempos moderno aviso más cínico que el que hizo Javier López Zavala sobre la inminente Elección de Estado que se avecina en noviembre? ¿Y se habrá visto actitud más espantadiza de los consejeros para detener la desviación de recursos económicos y humanos del gobierno estatal que ayuden al PRI a retener la mayoría en el Congreso? Apenas dos consejeros, Fidencio Aguilar Víquez y Joel Paredes Olguín, tuvieron el valor para pedirle al gobierno esclarecer su maridaje con el tricolor. ¿Y el resto? Quizá agradecidos porque Zavala palomeó su llegada al organismo electoral, decidieron hacer mutis.
El Instituto Electoral tiene una nueva oportunidad para restituir su dignidad maltrecha por el affaire de los bonos sospechosos, en el que al final nadie resultó culpable. Y parece que nuevamente volverán a fallar de acuerdo con el penoso silencio que guardan sobre el maridaje PRI-gobierno. Lo malo es que el organismo electoral ya entró en la lógica de la autodeslegitimación como autoridad con la suficiente fuerza y credibilidad para detener la guerra de estructuras que van a librar el gobierno federal contra el estatal rumbo a los comicios de noviembre. El árbitro, simple y sencillamente, no va a existir.
La enfermedad que los consejeros sufren, fisiológicamente, se llama impotencia. O en términos políticos, su ideología está muy cerca del dejar hacer y dejar pasar. ¿Qué el gobierno ayudará con todo al PRI? Pues parece una verdad perogrullesca. Pero también lo es que el gobierno federal meterá las manos con todo, por que como hace meses lo declaró Manuel Espino, Puebla es una de las ocho entidades con las que el PAN piensa hacerse durante el gobierno federal.
El que siembra, cosecha. Es verdad que el cinismo de Zavala es impresionante. Pero el PAN estatal y su líder, Rafael Micalco, tendrán que tener cuidado al quejarse porque tiene la boca llena de sangre. ¿O a poco Vicente Fox no empeñó todo y puso en riesgo la elección presidencial –dixit el Tribunal Federal Electoral- para que Felipe Calderón ganara. ¿No denunció López Obrador también una elección de estado? ¿Y no es cierto que el poder presidencial presionó a los magistrados del TRIFE para que no anularan la elección?
Es cierto: el PRI no tiene calidad moral porque durante 70 años practico elecciones de Estado. Pero el PAN tampoco la tiene porque para retener la Presidencia la República cayeron en las ilegalidades más absolutas. Tomaron a pie juntillas el argumento de Jorge Castañeda — “A López Obrador ha que ganarle como sea— del que hoy se arrepiente porque faltó añadirle la expresión “en el marco de la legalidad”.
En noviembre se enfrentarán dos estructuras: la del gobierno federal contra la del gobierno estatal. Los primeros a través de las delegaciones, la intervención de la Suprema Corte y quizá, la de la PGR como se hizo en Baja California y Jalisco. Los segundos a través de los recursos humanos y financieros de la administración marinista, y la operación de sus programas sociales.
Por supuesto que no quiero caer en el idealismo. Toda campaña electoral es una guerra en la que el objetivo es ganar. Pero se trata de una guerra con reglas del juego que los actores deben respetar, y por hay una autoridad encargada de sancionar las desviaciones. Es indudable que cada parte, el PRI y al PAN, preparan su elección de Estado. Pero lo absurdo es que los consejeros electorales —¿dónde andará Jorge Sánchez— prefieran fingir demencia. A ese paso, se convertirán en el payaso de las cachetadas de la elección en noviembre, y al final las cosas se les van a salir de las manos. Entonces vendrá el tiempo del ¡usted disculpe! No pudimos parar ni la guerra sucia, ni la elección de Estado.
“La corrupción y el tráfico de influencias está más arriba”.
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