Edmundo Dantés / Cambio
Fuerte y claro lo dijo este jueves Valentín Meneses Rojas en el programa Zona Cero; que conducen Enrique Nuñez y Leticia Torres: los aspirantes a la gubernatura no deben utilizar la estructura del partido o del gobierno para promocionarse y, aunque a simple vista, pareciera que el destinatario del mensaje era Jesús Morales Flores, lo cierto es que el verdadero receptor era Javier López Zavala.
Cierto: el evento sabatino de Jesús Morales Flores se convirtió en un escándalo mediático y político instigado por el navalismo, como una lección a todos los demás aspirantes a la candidatura del PRI, con la amenaza de que quien se destape sería vapuleado por los defensores del proyecto Z en el Congreso local (José Othón Bailleres, Luis Alberto Arriaga entre otros), en el gobierno (Sedesol, SEP, Desarrollo Rural, Parlamento de la Juventud y espacios de opinión en radio, TV y Televisión.
En consecuencia, el regaño de Valentín Meneses no fue al hermano del ex gobernador, sino a Javier López Zavala, ya que no puede compararse el supuesto apoyo que la secretaría de Salud brindó – un solo día y nada más una dependencia – a Jesús Morales, con el que Alberto Jiménez Merino, Alejandro Armenta Mier, Dario Carmona García han dado al ex secretario de Gobernación de manera permanente desde hace más de tres años.
Así las cosas, queda claro que Meneses Rojas es incapaz de reprender públicamente al supuesto delfín estatal por su institucionalidad y amistad personal con el gobernador, pero lo evidenció y censuró de manera indirecta aprovechando el escándalo provocado por el propio Zavala, después del evento sabatino.
Otro aspecto interesante de la declaración del todavía dirigente estatal del PRI es que refleja que es mentira que navalismo y marinismo sean lo mismo. Es cierto que todos los altos funcionarios estatales y representantes partidistas son marinistas, pero eso no quiere decir que – en automático sean zavalistas. Como en este espacio lo hemos afirmado en varias ocasiones, López Zavala enfrenta contrapesos importantes al interior del grupo estatal y, si no, que se le prudente a Mario Montero Serrano y a Valentín Menéses, por mencionar a los más conocidos.
Lo que si parce un exceso del dirigente priísta es la exigencia de que los priístas solamente hagan política frente a su propio espejo o, como lo dijo él mismo, “con su familia, amigos, compadres y vecinos”, debido a que – en los hechos – es un intento de bloquear la creación de una estructura social, política y7o electoral, que después es vital para ganar cualquier elección constitucional.
Estocada
Como sucede siempre en estos casos, en sobre cerrado y total anonimato llegó a Cambio, dirigida a este columnista una copia de la propuesta de “reforma electoral” que José Othón Bailleres tiene la encomienda de aprobar a la mayor brevedad posible. El documento viene con sellos de la pasada secretaría de Gobernación y trae garabateada una clara exigencia “¡aprueba esto ya, ca…o pongo a Caltzonzin como presidente del Congreso!”
La facilidad y claridad del lenguaje en que viene escrita la propuesta de “reforma electoral” garantiza que hasta Othón Bailleres la puede entender, porque solamente se modificarán los primeros artículos de la ley comicial de Puebla, que quedará como sigue:
“1.- El candidato del partido en el gobierno deberá llamarse Javier y apellidarse López Zavala”.
2.- El candidato del PRI deberá ser originario de Pijijiapan, Chiapas, tener pelo chino y cachetes prominentes.
3.- Todo aquel que quiera ser candidato del PRI y no se llame Javier no se apellide López Zavala y carezca de las características descritas en el párrafo anterior, deberá abstenerse de hacer política hasta el 15 de enero del 2025 o será sancionado con el destierro, entierro o encierro”.
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