lunes, 24 de marzo de 2008

Si de delfines se trata

Se fortalece la burbuja marinista

Enrique Nuñez / Intolerancia

 

 

Es evidente que detrás de los cambios realizados el gobernador Marín privilegió un punto fundamental: la lealtad.

Sin embargo, buscando los infaltables mensajes políticos, es claro que uno de los temas que más preocupan al huésped principal de Casa Puebla es el de la sucesión.

Él mejor que nadie sabe que el proceso ya inició, y que el tiempo volará para quienes aspiran a sucederlo; por lo que resulta natural que una de las premisas que sustentaron los movimientos en el interior del gabinete haya sido la de buscar fortalecer a su grupo político.

De ahí que además de Zavala y Meneses, se haya privilegiado a gente como José Antonio López Malo y Pericles Olivares, quienes, lo sabe bien el gobernador, le serán leales a costa de cualquier cosa.

Sin duda, el mal sabor de boca que dejó el paso de Blanca Laura Villeda por la Procuraduría de Justicia es otro de los motivos que llevan a Marín a darle preferencia a su propia gente.

Por eso es que demoró tanto la decisión sobre quién sería el nuevo procurador.

No bastaba la presencia de un jurista de capacidad, sino que se requería de un personaje de institucionalidad probada.

Y eso fue precisamente lo que llevó a Fernando Rosales a la oficina principal de la PJE.

Regresemos al tema político.

En este momento, el marinismo disfruta de su propia resurrección.

Después de los conflictos que pusieron en serios aprietos a este grupo político, el arranque de la segunda mitad del sexenio los coloca en una posición de privilegio.

En este momento el gobernador se siente fuerte.

Sabe que el triunfo electoral de noviembre pasado y el hecho de haber salido bien librado de la SCJN lo revitalizan para lo que viene.

De ahí que la “burbuja marinista” esté de vuelta para intentar mantener el control político por los próximos nueve años.

Ahora bien: ¿la burbuja está preparada?

 

La burbuja, a prueba

Ahora que ya se conoce la nueva conformación del gabinete muchos son los fantasmas que empiezan a rondar por Casa Aguayo.

De entrada, el control que Mario Montero ha tomado como jefe del gabinete le devolvió durante los últimos meses la estabilidad perdida.

Y esa calma chicha que se había vivido en el interior del gabinete estaba centrada en dos factores, la distancia de Javier López Zavala y la posición de Montero de no buscar la candidatura.

Sin embargo, el regreso de Zavala y el renacer político de Montero podrían tensar las cosas.

Cada uno de los dos tiene sus propios alfiles dentro del gabinete, y otros que se mueven por sí solos.

Zavala y Montero son dos de los hombres más cercanos al gobernador Marín y los políticos de mayor peso en el interior de la burbuja.

Ambos tienen amigos de igual peso y tamaño; uno a Valentín Meneses y otro a Alejandro Armenta.

Sin embargo, los dos saben que cualquier paso en falso les puede costar muy caro.

Si bien es cierto que estos dos personajes no están peleados, también es cierto que cada uno tiene su propio proyecto político.

Quizá me equivoque, pero habiendo tantos intereses en juego es difícil pensar que la disciplina termine imponiéndose, por encima de las ambiciones personales.

Ahí sólo la mano dura del gobernador Marín puede impedir el choque de trenes.

 

Del melquiadismo al marinismo

Durante el proceso de sucesión del sexenio pasado, algo que jamás entendió el grupo melquiadista fue que la única forma en la que podían retener el poder era manteniéndose unidos.

Por el contrario, fue tal la ambición que tanto Rafael Moreno Valle como Germán Sierra buscaron cada uno la candidatura, pensando que con haberse deshecho de Carlos Alberto Julián y Nácer ya tenían la candidatura en la bolsa.

Desdeñaron a Marín y divididos vieron cómo les quitaron la gubernatura de las manos.

Y por supuesto que hubo un “cómplice involuntario”, quien de manera incomprensible dejó correr a sus muchachos hasta el desfiladero.

Melquiades Morales observó cómo sus “delfines” quedaban atrapados en las redes marinistas.

Ante estas circunstancias y sabiendo que la forma de hacer política de Mario Marín es diametralmente opuesta a la de Melquiades Morales, creo que el manotazo en la mesa se los dará en cualquier momento.

El gobernador buscará llegar con un equipo compacto al cierre de sexenio.

Así lo dicen los cambios y así lo dicen sus formas.

Quienes conocen al gobernador comentan que desde este momento ya tiene plan A, plan B y plan C.

Y que de la unidad de su equipo depende que pueda poner en la práctica cualquiera de sus estrategias.

 

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