El maximato marinista
Arturo Rueda/Cambio
Costumbres extrañas las de nuestra Alteza Serenísima. Como si su deseo fuese que los mentados relevos de su gabinete pasaran desapercibidos a pesar de la expectativa generada. Así, en la clandestinidad de la Semana Santa y su vacío informativo natural, los famosos reemplazos no provocaron emoción alguna. Y es que, salvo el muy sorpresivo nombramiento de Fernando Rosales Bretón al frente de la Procuraduría, el resto se trata de las mismas gatas pero revolcadas. El mensaje político, hecho lugar común por el periodismo oficialista, parece claro: Marín ha decidido gobernar con los suyos hasta el final y los cuatro miembros originales de la burbuja marinista se reúnen en el gabinete en el crucial cuarto año de la administración para preparar la sucesión. Valentín Meneses, Javier García Ramírez, Mario Montero y Javier López Zavala, estarán con su jefe hasta el final.
Una lectura política realista de los relevos, sin embargo, muestra otra cosa. La primera y fundamental es que la sucesión al interior del grupo marinista ya se definió. Javier López Zavala, por fin, toma carta de naturalización como el delfín de su Alteza Serenísima y quien personifica el proyecto transexenal del grupo. Mario Marín, proporciones guardadas, aspira a convertirse en el Jefe Máximo de la política poblana y ser el único mandatario capaz de romper el viejo apotegma de que gobernador no pone gobernador. En la mente de Marín vive Plutarco Elías Calles. Después de Zavala, vendrá quizá Mario Montero o Alejandro Armenta y un sexenio después Mario Marín García. Un proyecto político frívolo e irresponsable en los años de la transición democrática, pero factible en el señorío feudal en el que Puebla se ha transformado.
El maximato de Marín por supuesto, rompería todas las leyes históricas del sistema político mexicano. Las mismas reglas que fundaron al PRI: un hombre, todo el poder, pero sólo por seis años. La ambición por reelegirse mato a Obregón; Elías Calles terminó su maximato en el exilio al que lo envió Cárdenas; Carlos Salinas quiso instaurar un proyecto transexenal de poder y todo terminó trágicamente en Lomas Taurinas. La historia lo muestra claramente: un destino sangriento se interpone entre los planes de perpetuación en el poder.
Aún así, con la historia en su contra, Marín quiere ser el primer gobernador que imponga gobernador. Y para ello ha elegido como sucesor de entre los miembros de su grupo, a Javier López Zavala. Los hechos confirman las intenciones: el navalismo, a partir de hoy, domina los tres centros neurálgicos de la operación político electoral. Zavala, como secretario de Desarrollo Social, operará los programas gubernamentales de lucha contra la pobreza, que obtienen sus réditos a través de la estructura electoral del Revolucionario Institucional, a cuyo cuidado queda su amigo, Alejandro Armenta. Para cerrar la pinza, al frente de la negociación y control del magisterio, los operadores por excelencia en todo el estado, se queda otro distinguido zavalista, Darío Carmona. Con SEDESO, SEP y el PRI en sus manos, ¿qué otra cosa necesita Zavala para ser ungido?
De ahí se deriva la primera consecuencia: Mario Montero perdió la sucesión. Sin necesidad de mayores aclaracio0nes, la jefatura del gabinete se traslada de Gobernación a Desarrollo Social. No hay más sordo que el que no quiere oír. La salida estratégica de Valentín Meneses a Comunicaciones y transportes, mantenida hasta el final a pesar de las indecisiones de su Alteza Serenísima es un movimiento doble que debilita al monterismo y fortalece al zavalismo. No se trata de un accidente o capricho: el monarca sexenal que aspira a convertirse en transexenal todo lo sabe y todo lo prevé. Su amigo de la juventud se quedó cerca, pero no terminó por convencer al monarca, quien prefiere entregarle poder a su hijo político. Las causas intimas de la sucesión nunca se explicaran y tampoco los porqué. Simplemente Zavala ganó y Montero perdió.
Que nadie se engaña: los relevos del gabinete no tienen un contenido gubernamental. No se hacen para que el gobierno estatal mejore su desempeño o se palie la corrupción monstruosa. ¿O alguien cree que Zavala esté capacitado técnicamente para reducir la pobreza y la marginación en el estado? ¿A poco tiene mejores cartas credenciales que, por ejemplo, Jorge Estefan Chidiac o Rafael Moreno Valle, anteriores secretarios del ramo? ¿O alguien piensa que tiene contactos en el Banco Mundial, el fondo Monetario Internacional o el Banco Internacional del Desarrollo, las instituciones multilaterales que finan cian la lucha contra la pobreza? Por supuesto que no. Zavala llega ahí para ser la cara bonita del gobierno y repartir subsidios, programas, cementos, tinacos. Vaya, para ser el Santa Claus del marinismo rumbo a su pretensa candidatura priísta al gobierno estatal en el 2010.
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