miércoles, 26 de marzo de 2008

Museo Bello un "rescate" lento

Costosa y lenta, la remodelación del Museo Bello

 

Desde 1999, el gobierno de Puebla y el federal han gastado 29 millones 35 mil 117 pesos en remodelar y equipar este inmueble del siglo XIX. La empresa “invitada” a la que se benefició fue Grupo de Consultoría y Construcción Holistic SA de CV 

  

Desde 1999, el gobierno de Puebla y el federal han gastado al menos 29 millones 35 mil 117 pesos en rehabilitar y equipar la sede del museo José Luis Bello y González, ubicado en la calle 3 Poniente y 3 Sur, del Centro Histórico de esta ciudad, según cifras del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI).

 

Desde hace ocho años se han contratado asesorías museográficas, museológicas y sobre procesos de restauración de la colección de arte exhibida íntegramente, hasta la década pasada, en este inmueble. Sin embargo, hoy el edificio sólo puede visitarse en la planta baja. El resto de los pisos están vacíos, los trabajos están inconclusos y hay evidencias de que el nuevo equipamiento ya está deteriorado por el abandono.

 

Esta información se contrapone con la versión que el secretario de Cultura, Alejandro Montiel, diera el pasado 14 de febrero durante la comparecencia de su tercer informe de gobierno que rindió ante el Congreso local; en ese momento, ante la candidez de los diputados de la Comisión de Educación Cultura y Deportes, señaló que era cuestión de días para que se terminara la etapa de remodelación y remozamiento del museo Bello. Montiel precisó que el trabajo de este proceso había sido arduo, pero que ya estaba por culminarse.

 

Sin palabras

Y con la intención de conocer la versión oficial de lo publicado ayer martes por varios diarios de circulación nacional, se buscó, en la Dirección de Museos, perteneciente a la Secretaría de Cultura, y por vía telefónica a Óscar Alejo, responsable de este departamento, pero hasta el cierre de la edición fue imposible tener una declaración acerca de los motivos por los que no se había publicado estos datos: un gasto de 29 millones de pesos en un edificio.

 

Hereda el costo

Acerca de las áreas cerradas al público, desde hace casi una década, debido originalmente a reparaciones de daños no estructurales ocasionados por un fuerte sismo el 15 de junio de 1999, y se comprobó el estado en el que se encuentra este inmueble al que las secretarías de Finanzas y de Cultura poblanas del gobierno de Melquiades Morales (1999-2005) invirtieron alrededor de 30 millones de pesos.

 

Pisos de madera botados por la humedad, ductos de aire parchados con cinta adhesiva, tragaluces incompletos, sistemas de detección de humo fuera de servicio, falsos plafones y un sistema de montacarga del que sólo se instaló la estructura de acero del cubo, pero no el elevador.

 

Según el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE), dependiente de la Dirección General de Vinculación del Conaculta, el gobierno poblano solicitó un apoyo de 733 mil 32 pesos para cofinanciar la rehabilitación y equipamiento del inmueble que se dañó en el sismo de 1999. En la solicitud 114100000808, pidió al IFAI la documentación que la Secretaría de Cultura de Puebla dio a Conaculta para obtener recursos federales. El expediente es un catálogo de anomalías que Conaculta pasó por alto.

 

Elevador fantasma

En el proyecto de rehabilitación del museo, presentado al Conaculta en agosto de 2001 y firmado por el entonces secretario de Cultura poblano, Pedro Ángel Palou (hoy investigador de la Sorbona de París), se asienta que aspectos costosos de la obra pública, como la carpintería y adquisición e instalación de domos, serían licitados; pero, en el informe final del PAICE, de diciembre de 2004, se dice que, excepto la adquisición de equipos de aire acondicionado y fotoeléctrico para detectar humo, el resto de las adquisiciones y obras se adjudicaron directamente a un proveedor por “la especialidad de los trabajos requeridos”.

 

La empresa “invitada” a la que se benefició fue Grupo de Consultoría y Construcción Holistic SA de CV, representada por Martín Hernández Rangel como administrador único, con domicilio en el DF y cuya constitución como sociedad ante Hacienda es del 17 de octubre de 2002, ni siquiera dos meses antes de que se adjudicara el contrato DAJ-CT-862-02, firmado el 4 de diciembre de 2002. Es decir, para la “especialidad de los trabajos” se favoreció a una empresa sin antecedentes que inició operaciones semanas antes de la firma del contrato.

 

La primera factura extendida por esta empresa (la número 002) está fechada el 13 de enero de 2003, por un monto de 5 millones 90 mil 348 pesos, IVA incluido, “correspondiente a 30 por ciento por los trabajos de reestructuración y adecuación”.

 

En el resto de las copias de las facturas (55 en total) entregadas por la Unidad de Enlace de Conaculta, no se indican los desgloses de costos. El expediente incluye una copia del acta de entrega-recepción, del 10 de diciembre de 2004, en la que aparece una descripción de las partidas de obra. Además, los dos conceptos más grandes de la lista se describen como “complementarios” (por 3 millones 960 mil pesos) y “extraordinarios” (por 3 millones 413 mil).

 

El destino de esa suma de más de 7 millones es tan oscuro como qué sucedió con la instalación de un elevador Kone para seis pasajeros con un costo de un millón 72 mil 600 pesos, y con el montacargas marca Thyssen Eletec, con capacidad para mil kilogramos, de 726 mil 640 pesos, presupuestados el 3 de agosto de 2001 por el mismo Palou en el proyecto ejecutivo presentado a Conaculta.

 

En la visita al museo Bello, se comprobó la inexistencia del elevador y de adecuaciones arquitectónicas para instalarlo. El museo Bello se podía apreciar una parte de la colección del artista Mariano Bello y Acedo, quien en 1907 recibió como herencia de su padre 81 pinturas y siguió adquiriendo diversos objetos de arte, dejando las obras como donativo a la Academia de Bellas Artes. Hasta 1938, año en que falleció el filántropo poblano la colección llevó su nombre.

 

En abril de 2002, al cumplir 30 años este museo, se hizo un reconocimiento a Juan y a Miguel Quijano Fernández Palacio, por más de 25 años de entrega y dedicación a la Fundación José Luis Bello. (Con información de El Universal y Federico Vite).

 

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