jueves, 6 de diciembre de 2007

Reprobados

Reprobados

    

gar_pro@hotmail.com

 

 

 

      Se acaban de dar a conocer los resultados de la prueba del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y no hay buenas noticias para el estado.

 

Según el índice de desempeño, Puebla se ubicó nuevamente en los últimos lugares de aprovechamiento académico: el 27 en matemáticas, el 22 en lectura y el 21 en ciencias; lejos, muy lejos del DF, Nuevo León, Aguascalientes, Querétaro, Coahuila, Sonora, Chihuahua y Jalisco, entidades que ocupan por segunda ocasión consecutiva las primeras posiciones.

 

De gran credibilidad mundial y rigurosa metodología, el informe PISA es muy esperado cada tres años que se realiza, pues ofrece, en el caso mexicano, un panorama exacto de las carencias y debilidades, que no son pocas, de un sistema educativo pobre y obtuso, víctima de las ineficiencias gubernamentales y de las coyunturas, y atado además a los intereses políticos y económicos del SNTE. Compara conocimientos y el rendimiento de los alumnos de 15 años en los 30 países de la OCDE y analiza también resultados de otras 27 naciones, haciendo un total de 57.

 

La tragedia (¿o qué otra cosa es?) educativa poblana es, hay que decirlo, sólo una extensión de la gran, gran tragedia educativa de México, pues en dicha evaluación el país se colocó al final del ranking: en el casillero 49 en ciencias, el 43 en lectura y el 48 en matemáticas. Para ser más exactos: entre Finlandia, que es la nación que resultó campeona de la prueba PISA, con 563 puntos en ciencias, y México, que tiene 410 puntos, hay 153 puntos de diferencia. Y cada 40 puntos equivalen a un año de educación.

 

En Puebla, como en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Tabasco y muchos otros estados con promedios educativos de vergüenza, es urgente hacer algo para que, en su mayoría, los jóvenes sepan al menos que 2 más 2 no da como resultado 22; y para hacer menos indignos, a la vez que menos penosos, sus “avances” en ciencias y lectura.

 

Aquí, los ojos de las autoridades se siguen poniendo más en lo urgente que en lo importante. Se ve el árbol, pero no el bosque. Por eso no es exagerado decir que en nuestro estado se están y seguirán produciendo verdaderos ejércitos de desempleados, sin armas con qué defenderse en la vida. El rezago es, sí, histórico, pero a la fecha no hay una política pública clara que nos muestre que los estudiantes poblanos están siendo capacitados o están recibiendo en las aulas lo básico –o lo mínimo– para poder salir simplemente adelante y encarar el futuro. Al menos eso, porque de ocupar puestos de alto nivel ejecutivo en los diversos ámbitos de la sociedad, mejor ni hablamos.

 

No sé qué cuentas vaya a dar Mario Marín en cuanto al ámbito educativo durante su tercer informe de labores, en enero próximo, pero el gobernador debe entender que, si bien importa y se traduce en nuevas y mejores instalaciones, así como en más salarios y prestaciones para los profesores, el dinero no lo es todo ni resuelve de fondo, de raíz, el tema educativo. Qué ironía: por razones estrictamente políticas y de supervivencia del grupo en el poder, los maestros poblanos pueden presumir hoy de ser de los mejores pagados del país, pero los últimos en resultados académicos y de aprovechamiento de sus alumnos.

 

Mientras tanto, seguimos reprobados.

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