La corrupción en la SEP

La esplendorosa opacidad

fcrisanto@pue.milenio.com

La administración de Darío Carmona en la Secretaría de Educación Pública en el estado tiene tintes de fracaso. Hasta ahora, su estrategia personal es hablar de reformas y mejoras en el sistema educativo estatal, pero lejos está de cumplir con el mínimo de lo que promete.Quizá por sus virtudes de cantante, tiene una forma singular de agachar la cerviz e irse de lado ante análisis críticos y serios, los que descalifica porque considera que provienen de sus detractores.

Es tal su incongruencia que privilegia el servilismo, sin importar si hoy es del PRI o mañana del PAN o del Panal, o los tres a la vez.

Su costumbre es descalificar desde su alto cargo las quejas y peticiones de los padres de familia, las cuales van en aumento; gusta de hablar mal de los docentes y directores de escuelas que se atreven a proponer cambios de fondo en la operación de centros de trabajo, por el simple hecho de considerarlos una clase infinitamente inferior a él.En la SEP, el secretario cuenta con el control sobre la venta de plazas que deja el personal jubilado; la “mano negra” sobre la programación detallada (Prodet) que anualmente asigna la SEP federal para la creación de nuevas plazas; la manipulación de estímulos al personal docente inscrito en Carrera Magisterial; el oscuro manejo de los programas operativos anuales (POA), privilegiando la contratación de personal por honorarios y de empresas consultoras; y la asignación “directa” –o más bien “simulada”– de licitaciones para las compras de materiales didácticos y equipamiento de escuelas. Pero eso no es todo: hay un enorme negocio que se da en materia de autorizaciones y entrega de Revoes a particulares, desde preescolar hasta universidades, promoviendo una expansión no planeada y con graves insuficiencias en la regulación, norma y monitoreo de la calidad de los servicios que ofrecen las escuelas privadas, mismas que cada día insisten más en “su derecho” a la “autogestión”.

Todas ellas actividades sustantivas y facultades discrecionales que son encubiertas en el plano de la administración de los recursos humanos y financieros, y en las subsecretarías de los distintos niveles educativos. El cinismo hecho costumbre llega a tal grado, que Darío Carmona hace declaraciones donde cínicamente afirma –y sólo él se lo cree– que todo en la SEP es “transparencia”.Pero lo peor es la opacidad de un funcionario de “nueva generación” que considera que los malos resultados educativos de las escuelas poblanas, revelados en la última prueba Enlace, son producto de asuntos como la marginación, la desnutrición y la pobreza.

Todo un descubrimiento para dispensar sus deficiencias y corruptelas: culpar a los pobres por su “mala educación”, cuando sabemos que existen experiencias exitosas que con recursos escasos, mismos que más de las veces son aportaciones de los padres de familia para operar las escuelas, se dan resultados significativos y de auténtica calidad educativa.Seguramente el secretario Carmona hace las lecturas que le interesan a la secretaria Vázquez Mota, porque lo otro no es de importancia, ya que para él de los pobres hay que acordarse para hacer actos de campaña, no importando el costo y las horas para movilizarlos de una localidad a otra, porque hay que ganarse un lugar para la escuela de los hijos. Ése es el valor de exigir para la SEP la presencia de una autoridad con un “perfil de docente”, que conoce muy bien de los quehaceres “sustantivos” de una función de la más alta responsabilidad.

Hay que hacer un recuento de los daños, pues en la realidad educativa local, los beneficios prometidos hasta ahora no existen.