viernes, 9 de noviembre de 2007

Tildan a homosexuales de "puñales"

viernes 9 de noviembre de 2007

 

Cuitlatlán

Infamias en el Cisida

Fermín Alejandro García

En el Centro de Información, Orientación y Capacitación sobre VIH-sida (Cisida) desde hace varios meses se vive un ambiente laboral hostil y una negligente atención a los usuarios como resultado de la mala conducción del coordinador de dicho organismo, Mariano Cermeño Cervantes, quien se caracteriza por su incapacidad de poner orden entre el personal, por conducirse con base en prejuicios y poco profesionalismo, y de solamente estar pensando en la manera de mantenerse en un cargo administrativo.

Hace un par de meses varias organizaciones no gubernamentales que solicitaron donación de condones por parte del Cisida, no tuvieron una respuesta positiva a su petición. Se cree que esa actitud se debió a que los preservativos se estaban empleando para la campaña del PRI en el municipio de Puebla.

Se dice que en las primeras semanas de las campañas electorales, Mariano Cermeño, acompañado de Rosario Hernández, Liliana Pérez y José Luis Hernández, quienes laboran con él en el Cisida, frecuentemente se ausentaron en horas laborales. Decían que iban a impartir pláticas de prevención de contagio del sida. En realidad iba a actividades partidistas en la capital.

La razón de ese comportamiento es que la Secretaría de Salud tiene el proyecto de abrir en breve el Capasid, el cual será un organismo con mayor especialización en atención a enfermos con VIH. Cermeño aspiraba a ser el director de ese centro, y al parecer creyó que colaborando en la campaña priista lo lograría. Sus esfuerzos resultaron vanos, pues a principios de septiembre trascendió que quien se hará cargo es un médico que viene de la ciudad de México.

Por esa razón Mariano Cermeño y sus colaboradores dejaron de acudir a las campañas del Partudi Revolucionario Institucional, al percatarse que no habría recompensa por esa participación.

Ese no es el único escándalo que ha surgido en Cisida. Hace tres meses aproximadamente entró a laborar a ese centro un médico llamado Roberto Zavaleta, quien mostraba una actitud conservadora y no profesional. Cuando hablaba con aquellos usuarios que salían positivos en sus resultados de detección de VIH los ponía a rezar y constantemente calificaba como personas “negativas” a los enfermos de sida, en especial a los que no eran heterosexuales.

Siempre que llega a oídos de Mariano Cermeño alguna queja acostumbra responder que él no se puede meter a resolver problemas personales. Así había respondido a la inconformidad que se generaba con el médico de apellido Zavaleta.

Las cosas cambiaron cuando a la Secretaría de Salud, de la que depende el Cisida, llegó una queja anónima relatando lo que pasaba en las pláticas con los seropositivos. Le llamaron la atención a Mariano Cermeño y hasta entonces intervino y puso fin a esa infamia.

¿Pero qué se puede esperar del coordinador de Cisida si quienes trabajan con él lo han escuchado decir algunas expresiones homofóbicas? La más notoria fue cuando en una plática con alumnos de la Universidad del Golfo de México llamo “puñales” a la gente homosexual.

Lo que este médico epidemiólogo parece no tener claro es que una parte fundamental de atención a la pandemia del sida es luchar contra la discriminación que se desató en contra de quienes tienen este problema de salud pública.

Hacia el interior del Cisida las cosas no marchan bien. Hace más de un año entró a laborar una odontóloga llamada Rosario Hernández Romero, quien por su especialidad debería estar enfocada a dar atención a enfermos con sida y que presenten problemas bucales.

Pese a que no es psicóloga, Cermeño la nombró coordinadora de Capacitación y Enseñanza y le dio un clave laboral con la que cobra más que mucha gente que tenía trabajando tiempo atrás.

El problema es que esta mujer tiene un trato prepotente con la mayoría del personal y ejerce un control sobre el Cisida sin que tenga facultades para ello; pero además nadie sabe por qué Mariano Cermeño le ha otorgado ese poder especial.

Alguien que labore en el Cisida puede cometer cualquier falta –como tratar despectivamente a los usuarios– y tal vez no sea sancionado, pero si cae de la gracia de Rosario Hernández ya se fregó. Tal vez le hagan la vida imposible y lo echen.

 

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