sábado, 17 de noviembre de 2007

Pierde su registro el Partido de Zavala

El Partido creado a imagen y semejanza de Javier López Zavala perdió su registro y desde luego el dinero público fue pagado por los ciudadanos.


Aquí un interesante comentario del periodista Arturo Luna.



El fiasco de Esperanza Ciudadana gar_pro@hotmail.com

Caro, carísimo, nos salió a los poblanos el fallido experimento de Esperanza Ciudadana, el único “partido” político estatal que participó en los comicios intermedios y que nada más sirvió para dar pena ajena.
Su fracaso es un fracaso completo, rotundo, pues el pasado domingo ni siquiera fue capaz de alcanzar el porcentaje mínimo de votos totales que exige la ley para conservar su registro como instituto político, y seguir participando en futuros comicios.
Si alguien estaba pensando en utilizar el membrete para hacer mercadotecnia y unirlo al del PRI y PVEM en las elecciones por venir, dando la idea de una gran, gran coalición partidista y “ciudadana”, que mejor vaya ideando otra cosa más terrenal y seria, pues el PEC no pasará a la historia ni trascenderá. Lo suyo fue, es y será debut y despedida.
Sus patrocinadores, ubicados como todo mundo sabe en el gobierno del estado, deben sentir mucha vergüenza, dado que los resultados que su “partido” ofrece tras el 11 de noviembre son realmente patéticos. Más que eso: míseros.
Sólo puede presumir que será gobierno en uno de los 217 municipios del estado, Chignautla, y un honroso segundo lugar en Teziutlán, donde ahí sí para que vean cumplió a la perfección su cometido original: fracturar –o atomizar– el voto del PAN, para lograr que el PRI ganara la elección y conservara en su poder el ayuntamiento de ese lugar.
Pero nada más.
Sí. Esperanza Ciudadana resultó un fiasco como partido satélite del gobierno y como patiño del PRI.
Tanto su dirigente formal, Carlos Navarro Corro, como sus operadores en el terreno, penosamente localizados todos ellos a un lado y al otro, arriba y abajo, del faccioso director de la Facultad de Derecho de la UAP, Guillermo Nares, confirmaron que si bien tienen muchas mañas y no pocos vicios, no saben nada, pero nada de elecciones. Para gallos, enseñaron muy pocos espolones.
Los números son fríos y no mienten. Son pobres, famélicas las cuentas que entregan a sus jefes. En su mejor distrito, el 23 con cabecera en Tetela de Ocampo, los del Partido Esperanza Ciudadana consiguieron 87 votos, mientras que en la ciudad de Puebla presentaron un candidato desconocido, inseguro e inexperto, que sólo destacó un día y fue por su estupidez de desaprovechar el foro del debate entre los aspirantes a la alcaldía. El mismo aprendiz de político que este 12 de diciembre debería irse hincado a la Villita, para agradecer los sufragios de cada uno de los poco más de 3 mil despistados que cruzaron los colores de su partido.
Pero en el fondo, el problema no es que les haya fallado la estrategia ni que el PEC vaya a desaparecer del mapa político local, sino los miles y miles de pesos provenientes del erario que se utilizaron para su creación y defensa ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, donde a principios de enero no procedió una impugnación, así como para su sostenimiento.
Y es que la culpa no la tiene el PEC, sino el IEE que le dio registro.
¿Sabe usted exactamente cuánto nos costó subsidiar a este partido que no aportó nada, pues representó un retroceso democrático, y que resultó una broma de pésimo gusto?
Según el propio IEE: 2 millones 174 mil 815 pesos, pues el PEC recibió 585 mil 767 para actividades ordinarias, otros 585 mil 767 para promoción del voto y 976 mil 279 para comunicación y propaganda.
Dinero tirado literalmente a la basura. Dinero del que, como siempre, no hay ni habrá responsables. Y dizque porque la “democracia” y el sistema de partidos cuestan, y cuestan mucho.
Sí, ya vimos cuánto.

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