jueves, 19 de julio de 2007
Zavala el nene consentido de Marín
e-consulta
Ruiz Esparza, el efecto boomerang
Aunque la figura política del exfutbolista Roberto Ruiz Esparza fue construida por el gobernador Mario Marín Torres y la dirigencia estatal del PRI, como una especie de plan “B” en caso de que abortara la aspiración de Javier López Zavala a la presidencia municipal de Puebla —lo que finalmente ocurrió—, ahora que el Partido Nueva Alianza (PANAL) haga suya su candidatura, los priístas podrían ser víctimas del efecto boomerang.
Y es que, insisto, la imagen del excapitán del equipo Puebla de la Franja se construyó sobre la base de un escenario bipartidista de alta competencia electoral en la capital del estado, donde Acción Nacional postularía como candidato a Antonio Sánchez Díaz de Rivera o a Ana Teresa Aranda Orozco, y el PRI se integraría a una coalición lo más amplia posible, en la que cabrían lo mismo el PVEM que el PANAL, Convergencia o el Partido del Trabajo.
Sin embargo, hoy las condiciones y las variables son diferentes. Ruiz Esparza no pudo ser el candidato de una coalición amplia. El presidente municipal de Puebla, Enrique Doger Guerrero, junto con otros priístas como Víctor Giorgana Jiménez, Antonio Hernández y Genis y Humberto Vázquez Arroyo, entre otros, reventaron esa posibilidad.
A este veto se sumó el dictamen inculpatorio del ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza, en contra del gobernador Mario Marín Torres, que terminó de enterrar las aspiraciones de López Zavala al involucrarlo como uno de los actores clave en la detención y encarcelamiento de la periodista Lydia Cacho Ribeiro.
A la par, el Partido Acción Nacional eligió, en una disputada convención, al diputado federal Antonio Sánchez Díaz de Rivera como candidato a la presidencia municipal de Puebla.
En esas circunstancias, y contagiado por el efecto de Ivonne Ortega Pacheco en las elecciones de gobernador de Yucatán, el PRI no tuvo más remedio que inclinarse por quien hasta entonces parecía una aspirante de relleno en la puja por la alcaldía poblana: Blanca Alcalá Ruiz.
El problema para el PRI es que a sus dirigentes se les olvidó desactivar a Ruiz Esparza, quien, junto con sus patrocinadores y mecenas, se quedó colgado de la brocha, pues nunca nadie le corrió la atención de avisarle que lo suyo había sido un experimento fallido, una aventura.
Y en su descuido los dirigentes del PRI llevarán la penitencia, pues ahora que el PANAL lo rescate, lo haga candidato a la alcaldía y le invierta millones de pesos –sumados a los ya de por sí se le habían destinado para construir su plataforma de lanzamiento–, quizás ya no se consiga el efecto que se buscaba: neutralizar el voto de rechazo o el voto anti PRI, que generalmente el PAN capitaliza.
La razón es simple: una candidatura como la de Ruiz Esparza, creada a partir de la proyección que le dio su rol como capitán del Puebla de la franja, más que dividir el voto panista o de las clases medias, podría quitarle sufragios al PRI, dada la presencia de nuestro personaje en sectores y segmentos populares, en los cuales se concentra la mayor votación del tricolor.
Esto pondría en severos problemas al PRI que, de acuerdo con las proyecciones de votación para el 2007 –nada optimistas para este partido, por cierto–, difícilmente podría obtener más sufragios de los garantizados por su voto duro, ya ni hablar de la meta de más de 300 mil planteada por la cúpula priísta.
Comentarios a los correos electrónicos: rruiz@e-consulta.com.mx y periodistasoy@hotmail.com
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