jueves, 12 de julio de 2007
En el PRI candidatos de Valetín y Zavala
¿Quién entiende a los priistas?
Durante los últimos meses, me he cansado de escuchar a toda la clase priista, sobre todo la marinista diciendo que lo más importante para ellos es mantener la mayoría en el Congreso del estado.
En esa lógica, cualquiera pensaría que los candidatos que el tricolor piensa enviar a cada uno de los 26 distritos son sus mejores cartas.
Sin embargo, después de ver las listas publicadas el día de ayer en este diario, me queda claro que en la mayoría de los casos el PRI está empeñado en repetir las mismas prácticas del pasado, las cuales los llevaron a perder el poder federal.
Si vemos las listas, éstas representan la misma fotografía que vimos desde hace muchas décadas: cacicazgos, compadrazgos y parentescos son evidentes en cada una de las posibles candidaturas.
Hacer un análisis de cada uno de los futuros candidatos implica confirmar que al PRI le cuesta un blanquillo y la mitad del otro cambiar.
Todo hace pensar que a los priistas les es imposible apartarse de esas formas de hacer política que tanto han fastidiado a la gente.
Vea usted la lista y en cada caso existe una razón “política”.
El que no es amigo de Zavala, lo es de Valentín, el que no es hijo o sobrino del cacique de la zona y el que no embona en cualquiera de los casos anteriores, simplemente tiene un compadre cercano a los hombres de las decisiones.
Lamentablemente, lo que por momentos pareciera ser una señal de cambio, días después terminan borrándolo con la cola.
Hace apenas unos días el PRI dio una muestra interesante de querer cambiar con el nombramiento de Blanca Alcalá.
Una semana después, la lista de los posibles candidatos a las 26 diputaciones nos demuestra que el acierto en la nominación de Alcalá fue una mera circunstancia política, más obligada que planeada.
¿Políticos por vocación?
¿Cuántas veces ha escuchado usted a un político asegurar que están ahí por mera vocación?
Según ellos, el ser político no tiene otra explicación que llevarlo en la sangre y en el corazón.
La realidad es que no son más que una bola de mamones, que buscan el poder para aprovecharlo en su propio beneficio.
¿Sabía usted que la mayoría de los candidatos del PRI a las alcaldías de las principales cabeceras, ven con desdeño las diputaciones locales?
Pongamos un ejemplo.
¿Recuerda usted al cacique de Tehuacán Amador Hernández?
Bueno, pues su hijo quiere ser candidato a presidente municipal de esa ciudad, pero al no alcanzarle su posicionamiento, le ofrecieron la diputación.
La respuesta fue como si le hubieran mentado la madre.
¿Entonces? Son políticos por vocación o por interés $$$.
El señorito Hernández sabe perfectamente que el salario o dieta de un diputado —en caso de ganar— apenas les alcanza para recuperar lo invertido en la campaña; en cambio, la presidencia representa un jugoso negocio por manejo de un millonario presupuesto.
Y así están en Cholula, en Huauchinango y en prácticamente todos los distritos de Puebla.
La pregunta es: ¿y así piensan mantener el control del Congreso?
Comentarios a Enrique Núñez: enunez@intoleranciadiario.com
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