lunes, 29 de octubre de 2007

El plomerito la caga y Zavala lo caga

Y hablando de delfines ineptos

 

Sobre la mesa estaban todos los elementos para un acto político exitoso: una candidata a la alcaldía, equipo de regidores y diputados a punto de ganar la estafeta el 11 de noviembre, una figura de peso nacional de primer nivel como Enrique Peña Nieto, todos los recursos y estructura para operar, así como el entusiasmo desbordado de los priístas.


Entonces ¿porqué el Auditorio de la Reforma reportó el 50 por ciento de su capacidad el pasado sábado?
La altura del presidium no tuvo que ver nada con la pésima calidad en la organización del evento: desorganización, falta de promoción, mal sonido y el pésimo gusto de apartar las primeras filas con masking tape cortado con los dientes, para chavos que nunca llegaron.


La cita era a las 4:15 y empezó casi a las 7.


Esto porque la gente no llegaba: el auditorio era un cementerio.


Y es que resulta que el pupilo de Javier López Zavala y actual candidato a regidor en la cuarta posición, Gerardo Mejía, aceptó tomar la batuta, pretendiendo así convertirse en el nuevo líder juvenil del PRI.


Obviamente quedó evidenciado su total falta de liderazgo, poder de convocatoria y hasta sentido común, porque a Mejía se le ocurrió convertir la visita de Peña Nieto en un acto elitista y decidió que sólo con pase personal se tendrían derecho al acceso.


Muchos llegaron, pero se les prohibió el acceso: no eran ‘gente’ de Mejía.


El aspirante a regidor, aseguró además de contar con el apoyo incondicional de ‘los 300’, grupo en el que aparece Mario Marín Junior.


Sintiéndose respaldado, Mejía decidió entregar boletos para privilegiar a ‘su gente’, lo que provocó el descontento del resto de los grupos juveniles del PRI, principalmente el que dirige Juan Jesús Limón, el mismo que organizó el pasado viernes un desayuno (con el apoyo de Guillermo Nares) con más de 600 jóvenes.


El éxito de Limón no gustó al joven delfín de Zavala, y con este evento trató de reposicionar su imagen entre los jóvenes del PRI.


Está de sobra mencionar que en Limón pesó más el orgullo y la revancha al negarse a movilizar a sus grupos: simplemente se sentó y cruzó los brazos con toda la intención de poner en aprietos a Mejía.


Y lo logró.


El resultado fue desastroso, al grado de que el propio Mejía no se apareció en el recinto hasta cuarto para la hora.


Mejía aprendió que no es lo mismo recibir instrucciones que ejercer un líderazgo natural.


El protagonismo y la división de los grupos juveniles del PRI puso en riesgo un acto de campaña de Blanca Alcalá, el cual, por su propio peso, debió de haber sido un éxito.


Incluso, la avanzada del gobernador del estado de México estuvo a punto de cancelar su presentación, sin embargo, fue el propio Peña Nieto quien aceptó de buena gana llegar a un auditorio con menos de 600 jóvenes, cuando su capacidad es de mil 600.


Esto debido a la alianza pactada y la buena relación con la propia Alcalá.


Cuando el reporte de la mala organización del evento llegó a oídos de Alcalá a las 5 de la tarde, la candidata dio la instrucción de que no se llevara a cabo el típico acarreo, práctica común cuando la desesperación ataca: “ya ni modo, que se haga el evento pero sin acarreados”, dijo.


Al término de la presentación, Zavala reprendió con severidad a su delfín por su metida de pata.

 

 

Los Conjurados
Erika Rivero Almazán

losconjurados76@hotmail.com

 

 

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