Duelo de Espadas
Aunque pensar no sea su especialidad ni la de su grupo, Javier López Zavala debería analizar ¿por qué Intolerancia, medio oficial del zavalismo-marinismo, se atrevió a publicar la encuesta que lo coloca en tercer lugar de la intención de voto y, por qué, el mismo día, otro miembro de la burbuja estatal, Valentín Meneses Rojas, reconoció que el zetita mayor no fue candidato a la alcaldía en el 2007 porque no podía ganar, ya que genera una gran desconfianza entre la ciudadanía?
Nadie en su sano juicio puede pensar que Intolerancia comienza a hacer un periodismo objetivo, ético y apegado a la verdad. Tampoco se puede interpretar la declaración de Meneses Rojas como un caso aislado de “fuego amigo”, porque el titular de la SCT es institucional y difícilmente se expondría a molestar al gobernador o a contradecir sus órdenes.
Ambas señales son muestras claras de que al interior del grupo gobernante se está tomando nota puntual de que el autoasumido delfín (él sólo se puso el saco cuando Arturo Rueda publicó un correo denunciando sus excesos económicos, pero sin incluir su nombre) no crece en los estudios demoscópicos, pese a las playeras, mantas en la CNOP y todos los repujados y pujidos de los zetitas.
Confrontado con personajes importantes del gabinete, como Mario Montero Serrano, con su ex aliado Rafael Moreno Valle Rosas y, desde luego, con Enrique Doger Guerrero, el priísta que encabeza las preferencias preelectorales en encuestas no “cuchareadas”, la realidad es que López Zavala no crece en las preferencias ciudadanas, pese a contar con el dinero y el apoyo explícito del PRI estatal, la SEP, el DIF estatal, el Instituto Poblano de la Juventud, Sedesol y Gobernación municipal. Pero el que nace para maceta no pasa del corredor y los poblanos comunes y corrientes no ven a zavalita como candidato a gobernador, simplemente, porque no lo parece al no considerarlo como alguien con la capacidad política y personal de decidir el futuro de 4 millones de personas, por más que Rafael Moreno Valle lo quiera de adversario o que Alejandro Armenta Mier le haya cedido el control del Comité Directivo Estatal o que Mario Marín le permita divertirse con las listas de candidatos e imponer a los consejeros nacionales del PRI.
La realidad es que López Zavala no crece ni en las encuestas que su periódico hace y alguien con el suficiente poder de callar y hacer hablar a Intolerancia, el medio local más oficialista, ya se lo hizo saber. Aunque la inclusión de la presidenta municipal de Puebla en los sondeos oficiales puede ser una estrategia para “jalar la marca”, proteger al delfín y minimizar la precandidatura incómoda de Doger Guerrero, también deja entrever que el grupo estatal podría postular a otro aspirante.
Y efectivamente: ante el escaso potencial de voto del Roberto Madrazo chiapaneco y su confrontación y polarización con el priísta poblano mejor ubicado en las encuestas, Blanca Alcalá puede consolidarse como el Plan B, si logra darle identidad a su administración, controla a quienes deberían ser sus colaboradores, evita confrontaciones con grupos internos priístas y obtiene logros concretos que sean reconocidos por la ciudadanía.
Estocadas
Las declaraciones de Sandra Montalvo Ruiz avalando la persecución mediática y política contra el ex edil de Puebla (y su propio marido) no hacen más que comprobar lo que Duelo de Espadas informó hace pocos días: que la provisional sigue la línea de Juan de Dios Bravo y ha decidido apostar al zavalismo, no al monterismo al que alguna vez perteneció ni al dogerismo que, supuestamente, sigue su marido.
Con ello, Sandra Montalvo se suma a Alejandro Armenta Mier, Gonzalo Amador Juárez Uribe y a Leobardo Soto como los dirigentes o representantes de sectores priístas que, en lugar de promover la democracia interna y el respeto a las decisiones de la militancia, tratan de manipularla y cooptarla, pese a que su actitud solamente genera divisiones y derrotas, como la que ocurrió en Felipe Angeles.
Los cobardes no asumen la culpa por sus errores u omisiones. Por ello, no es de extrañarse en absoluto que Armenta Mier se niegue a asumir su responsabilidad y la de su precandidato en la derrota del PRI en Felipe Angeles. Es curioso, cuando el partido triunfó en noviembre, todos (empezando por el zetita mayor) levantaron la mano por el mérito y ahora nadie quiere reconocer su culpa por lo ocurrido el domingo.
Es cierto: zavalita perdió el control de la comisión Inspectora en el Congreso local, pero su empleado Othón Bailleres Carriles sigue como presidente de la Gran Comisión y Susana Wuoto reiteró que aprovechará su hueso como “dirigente” de Convergencia en la ciudad para despotricar contra los detractores del delfín, su verdadero jefe y candidato.
Nadie en su sano juicio puede pensar que Intolerancia comienza a hacer un periodismo objetivo, ético y apegado a la verdad. Tampoco se puede interpretar la declaración de Meneses Rojas como un caso aislado de “fuego amigo”, porque el titular de la SCT es institucional y difícilmente se expondría a molestar al gobernador o a contradecir sus órdenes.
Ambas señales son muestras claras de que al interior del grupo gobernante se está tomando nota puntual de que el autoasumido delfín (él sólo se puso el saco cuando Arturo Rueda publicó un correo denunciando sus excesos económicos, pero sin incluir su nombre) no crece en los estudios demoscópicos, pese a las playeras, mantas en la CNOP y todos los repujados y pujidos de los zetitas.
Confrontado con personajes importantes del gabinete, como Mario Montero Serrano, con su ex aliado Rafael Moreno Valle Rosas y, desde luego, con Enrique Doger Guerrero, el priísta que encabeza las preferencias preelectorales en encuestas no “cuchareadas”, la realidad es que López Zavala no crece en las preferencias ciudadanas, pese a contar con el dinero y el apoyo explícito del PRI estatal, la SEP, el DIF estatal, el Instituto Poblano de la Juventud, Sedesol y Gobernación municipal. Pero el que nace para maceta no pasa del corredor y los poblanos comunes y corrientes no ven a zavalita como candidato a gobernador, simplemente, porque no lo parece al no considerarlo como alguien con la capacidad política y personal de decidir el futuro de 4 millones de personas, por más que Rafael Moreno Valle lo quiera de adversario o que Alejandro Armenta Mier le haya cedido el control del Comité Directivo Estatal o que Mario Marín le permita divertirse con las listas de candidatos e imponer a los consejeros nacionales del PRI.
La realidad es que López Zavala no crece ni en las encuestas que su periódico hace y alguien con el suficiente poder de callar y hacer hablar a Intolerancia, el medio local más oficialista, ya se lo hizo saber. Aunque la inclusión de la presidenta municipal de Puebla en los sondeos oficiales puede ser una estrategia para “jalar la marca”, proteger al delfín y minimizar la precandidatura incómoda de Doger Guerrero, también deja entrever que el grupo estatal podría postular a otro aspirante.
Y efectivamente: ante el escaso potencial de voto del Roberto Madrazo chiapaneco y su confrontación y polarización con el priísta poblano mejor ubicado en las encuestas, Blanca Alcalá puede consolidarse como el Plan B, si logra darle identidad a su administración, controla a quienes deberían ser sus colaboradores, evita confrontaciones con grupos internos priístas y obtiene logros concretos que sean reconocidos por la ciudadanía.
Estocadas
Las declaraciones de Sandra Montalvo Ruiz avalando la persecución mediática y política contra el ex edil de Puebla (y su propio marido) no hacen más que comprobar lo que Duelo de Espadas informó hace pocos días: que la provisional sigue la línea de Juan de Dios Bravo y ha decidido apostar al zavalismo, no al monterismo al que alguna vez perteneció ni al dogerismo que, supuestamente, sigue su marido.
Con ello, Sandra Montalvo se suma a Alejandro Armenta Mier, Gonzalo Amador Juárez Uribe y a Leobardo Soto como los dirigentes o representantes de sectores priístas que, en lugar de promover la democracia interna y el respeto a las decisiones de la militancia, tratan de manipularla y cooptarla, pese a que su actitud solamente genera divisiones y derrotas, como la que ocurrió en Felipe Angeles.
Los cobardes no asumen la culpa por sus errores u omisiones. Por ello, no es de extrañarse en absoluto que Armenta Mier se niegue a asumir su responsabilidad y la de su precandidato en la derrota del PRI en Felipe Angeles. Es curioso, cuando el partido triunfó en noviembre, todos (empezando por el zetita mayor) levantaron la mano por el mérito y ahora nadie quiere reconocer su culpa por lo ocurrido el domingo.
Es cierto: zavalita perdió el control de la comisión Inspectora en el Congreso local, pero su empleado Othón Bailleres Carriles sigue como presidente de la Gran Comisión y Susana Wuoto reiteró que aprovechará su hueso como “dirigente” de Convergencia en la ciudad para despotricar contra los detractores del delfín, su verdadero jefe y candidato.
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