Política y Poder
Manuel Cuadras
“El bulevar de los sueños rotos…”
Ayer se publicó en este medio, una más de las artimañas, suciedades, porquerías, estafas, atracos, engaños y demás sinónimos de vileza, propios de una persona ruin, de un personaje muy cercano a nuestro góber, que en los últimos nueve años se ha hecho de una fortuna impresionante, a costa del dinero público y de traicionar la confianza de su jefe. La historia es la siguiente:
Hace dos semanas le contaba de cómo operaba la administración de Mario Marín cuando fue presidente municipal (1999-2002), le decía que entre otras cosas, parte de la fuerza que le permitió aguantar una larguísima precampaña rumbo a la gubernatura, fue la capacidad de operación financiera de tres de sus mejores hombres, que permitiera formar una especie de “guardadito” para los “gastos de campaña” venideros. Así, Alejandro Fernández Soto (giros negros), David Villa Issa (tesorero) y Javier García Ramírez (director de Obras Públicas), se encargaron de organizar la “vaquita” para su jefe. Evidentemente en esa ardua labor, los tres sujetos también se vieron ampliamente favorecidos, y cómo no iba a serlo, si como diría el clásico: “El encargado del rancho, el que ordeña la vaca todos los días, también tiene derecho a quedarse con unos galoncitos ¿no?”
Bueno, pues resulta que a uno de estos tres alegres compadres, un buen día su ambición lo rebasó y quiso quedarse con más galones que los que le tocan al mismísimo dueño del rancho, pero lo publicado ayer por mis compañeros Arturo Rueda y Efraín Núñez, donde se pone al descubierto las pretensiones reales de este sujeto de querer construir un bulevar multimillonario, es simplemente ridículo, ofensivo, lacerante, ¡vamos!, eso no es querer llevarse unos “galoncitos”, eso es querer llevarse la vaca (…).
Los actos de este peculiar millonetas, son en verdad dignos de una historia de poder, mafia y seducción, algo así como La Gran Estafa, La estafa Maestra, El Robo perfecto, por citar algunos títulos de producción hollywoodense, pero si se tratara de una producción Naco mexicana como las de los hermanos Almada (que se adecua más al perfil de nuestro personaje) seguramente sería protagonista de filmes como: El piso 20, El puente al vacío o El robo de la Atlixcáyotl.
Cabe recordar que en algún tiempo este prócer de la construcción, siempre preocupado por brindar infraestructura social de calidad a los poblanos (ajá), pretendió incursionar en la política práctica. ¿Se acuerda que hace aproximadamente 18 meses, cuando muchos se preguntaban quién podría ser el candidato del PRI a la alcaldía, algunos columnistas baratos manejaban el nombre de Javier García Ramírez como fuerte aspirante a la candidatura? ¿sus atributos? Uno solo: estar dentro del primer círculo de confianza del gobernador Marín. Recordemos que en aquel tiempo, los integrantes de la burbuja marinista se componían de la siguiente manera:
-Javier López Zavala. Secretario de Gobernación. Su problema en ese entonces (como a la fecha) es que contaba con altísimos niveles de rechazo.
-Valentín Meneses. Presidente del PRI estatal. Su problema es que, además de ser un político improvisado y acartonado en su discurso (como a la fecha), se había echado el compromiso público de no ser un dirigente “chapulín” (que a la larga sí lo fue), por lo tanto también estaba descartado para la alcaldía.
-Mario Montero. Desempleado. Su problema era (como a la fecha) el estigma de “pierde elecciones”.
-Javier García Ramírez. Secretario de Obras Públicas. No tenía grandes niveles de conocimiento, cierto, pero se podía lograr con una buena cantidad de dinero en publicidad. Niveles de rechazo, tampoco eran muy alarmantes. No era un político de formación, pero, si Melquiades inventó a Giorgana, ¿por qué no iba a inventar Marín a García Ramírez?
Ante tal panorama, el gobernador Marín se proponía impulsar la candidatura de uno de sus incondicionales a la alcaldía de Puebla, sin embargo, algo pasó que de repente cambió la decisión del gobernador. Debió haber sido algo muy fuerte como para que Marín aceptara ceder la candidatura a alguien ajeno a su burbuja.
Aunque evidentemente influyó el hecho de buscar una candidatura que garantizara dar la pelea con el PAN (de ello hablaremos en otra ocasión), la razón que llevó a Marín a cambiar de “gallo”, fue que éste traicionó su confianza aún antes de iniciar las verdaderas tentaciones, es decir, antes de que García Ramírez probara las mieles de sentirse candidato y posterior gobernante (lo cual le daría cierto aire de “independencia”), el gobernador descubrió que su empleado hacía negocios a espaldas suyas (lo cual hasta cierto punto sabía y permitía), pero la forma en que lo hacía y el modo en que se enteró Marín, fue lo que desató la ira del gobernador.
Es por todos sabido el famoso “diezmo” que se cobra a las distintas constructoras que se benefician de realizar obra pública en el estado, del cual, el 3 por ciento era para el “negociador” (el secretario de Obras) y el restante 7 por ciento para “deidades superiores”. Resulta que nuestro personaje en cuestión, valiéndose de su cercanía con el gobernador, les pedía a los diferentes constructores ya no sólo el diezmo tradicional, sino un 10 por ciento extra, es decir, ¡¡¡¡20 por ciento del monto total de la obra!!!! (De ahí el dicho de El piso 20), de los cuales, seguía “reportando” el 7 por ciento a las deidades superiores, pero él se quedaba con un 13 por ciento. Desde luego esto generó el asombro y molestia de todos los empresarios de la construcción que indignados por haber apoyado en campaña, se les tratara de esa forma sin precedente.
Fue en una cena de esas lujosas con empresarios, en que el gobernador Marín se enteró de las negociaciones de su colaborador, el diálogo debió haber sido el siguiente:
-Empresario X: Señor gobernador, me da mucha pena pero la verdad ya está bien pesado subir hasta el piso 20.
-Marín: ¿De qué me hablas, no te entiendo, a qué te refieres?
-Empresario X: Pues a lo que nos pide Javier, la verdad ya con el 20 por ciento está más cañón.
-Marín: ¿Les pide el 20 por ciento?
-Empresario X: Sí, yo creí que tú sabías gobernador.
Acto seguido, Marín le exigió una explicación al habilidoso funcionario y comprendió que era mucho riesgo contemplarlo para el Ayuntamiento de Puebla. “Si eso hizo ahorita que depende mí, qué no hará cuando se sienta que lo escogió la gente” (pensó Marín para sí mismo).
Así las cosas, Marín le dio una segunda oportunidad para seguir operando la obra pública del estado, con la consigna de que no quería mas “sorpresitas” como la del piso 20, sin embargo, tal parece que el funcionario nuevamente ha vuelta a las andadas, traicionando una vez más la confianza de su jefe, del dueño del rancho.
Coincido con Arturo Rueda en que “quizá engaño a ambos” (refiriéndose a Marín y a Villa Issa), porque no creo que el gobernador, con todos los ventanales que ha librado, desee involucrarse en otro escándalo más de proporciones mayúsculas, y es que, a pesar de que en los medios locales se haya tomado como GRANDIOSA la noticia de rehabilitar la Atlixcáyotl, cueste lo que cueste, ¿cómo cree usted que se tomaría a nivel nacional la noticia de que en Puebla el gobierno del estado realiza un boulevard que cuesta 600 millones de pesos?, es decir, ¡¡¡casi 1 200 el metro cuadrado!!! ¿Pues qué, hay petróleo debajo de la Atlixcáyotl? ¡No me chinguen!
Pero bueno, finalmente Marín deberá reflexionar si vale la pena seguirse rodeando de funcionarios que únicamente ven por sus propios intereses y que a lo largo de estos tres años y medio lo han llevado de escándalo en escándalo, o si es momento de dar un manotazo en el escritorio y decir ¡Ya basta!
En fin, veremos en que acaba la construcción del “Bulevar de los sueños rotos” de Marín.
¿Sobrevive La Hermandad?
¿De qué platicaban el secretario de Seguridad Pública de Puebla capital y el ex director de Tránsito Municipal, Héctor Guerra Montiel? ¿Será que le estaba dando consejos al secretario Vigueras? ¿Lo sabrá la presidenta municipal? Vaya forma de combatir a la corrupción en Seguridad Pública ¿eh?
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