jueves, 12 de abril de 2007

Zavala "atole con el dedo"


López Zavala y su “atole con el dedo”
Alejandro C. Manjarrez


No se necesita estar dentro de la “burbuja marinista” para saber aquello que va a impactar a la vida política del estado de Puebla.


Sólo hay que observar, parar la oreja, afilar los sentidos y pensar con la lógica que conduce la vida pública de los políticos del PRI. Y de repente preguntar a quienes más o menos saben del asunto.


Con ese bagaje usted, el de enfrente y el columnista podremos enterarnos de lo que ocurrirá en los próximos meses, a partir del caluroso mayo. Y aquí le pongo un ejemplo, tal vez el más espléndido. Se llama Javier López Zavala: El secretario de Gobernación es producto político de una cadena, digamos que reproductiva.


“Nació” a la vida pública después de su jefe el gobernador, es decir, en el invernadero de éste que a su vez fue “alumbrado” por la generación “parida” en el seno ideológico de Alfredo Toxqui Fernández de Lara.


Y si profundizamos en la historia moderna de Puebla, veremos que a don Alfredo también le ocurrió lo mismo pero en otra época. Esto porque igual que López Zavala, el doctor fue producto de esa cadena donde los, llamémosle genes, heredan vicios y virtudes..


Ese legado es lo que origina la forma de ser de los políticos, digamos que de estirpe, no así los de “probeta” que suelen ser los candidatos ciudadanos.


Por ello me “aviento como el borras” para decir a los lectores lo que pasará con don Javier, el factótum del mandatario estatal.


Y con el ánimo de ilustrar mi dicho me valgo de la famosa figura popular manifiesta en la frase “atole con el dedo”, acción que forma parte del estilo y hasta de la forma de andar que trasmiten los progenitores a sus descendientes y éstos a los que siguen y así al infinitus (latinajo propio para la ocasión). Vea usted: Javier López Zavala nos ha administrado la receta apuntada (el atole con el dedo) para dejarse querer.


De ahí que si Valentín Meneses dice que el secretario de Gobernación puede ser candidato a presidente municipal de la ciudad de Puebla, debido a que está muy bien posicionado en el ánimo popular, López Zavala no hace mutis y responde orondo que sería un gran honor y que por ello estaría dispuesto a hacer lo que mande su partido (debería decir: “el partido de mi jefe”).


Es entonces cuando casi todos nos vamos con la finta y cual chinos nos la creemos al grado de asegurar que él será el candidato del PRI a la alcaldía angelopolitana. Pero una vez “probado” ese atolito queda cierta sensación por demás extraña, algo así como lo que perciben los maridos cuando presienten que su mujer les puso los cuernos.


Es entonces que debemos preguntar por todas partes (cosa que los presuntos cornudos no pueden hacer, y si lo hacen nadie les va a decir la verdad) para desechar (o en su caso disfrutar) los posibles efectos del “atole con el dedo”.


Y eso es, precisamente, lo que este despistado columnista hizo durante lunes, martes y miércoles, sondeo que, debo aceptarlo, tiene un defecto metodológico ya que no me fue posible conocer la opinión del susodicho López Zavala; es decir, no pude entrevistarlo para dar equilibrio periodístico a mi información. El caballero se aisló, pues.


Bueno, salvo que la excepción que refiero influya y trastoque la lógica política, le puedo asegurar a usted, amable lector, que el factótum de Mario Marín Torres no será candidato a presidente municipal. ¿Por qué tan seguro?, preguntarán los escépticos y los incrédulos.


Pues como ya lo dije, porque don Javier es producto de la “genética” del poder, de la cadena reproductiva que tantos y tan variados ejemplares ha producido.


Entre las respuestas que obtuve del sondeo de marras, hay una que considero definitiva, vital para los priistas.


Me refiero a la del diputado Francisco Fraile García, misma que edito por aquello de la falta de espacio y con la idea de justificar mi mala memoria: Dice Paco que su partido lleva un registro puntual del trabajo político que realiza el secretario de Gobernación.


Y que el resultado de semejante análisis establece que don Javier (o su equipo) ha hecho una labor de zapa. “Se ha dedicado a dividir a los panistas (las autoridades claro) del interior del estado.

La intención –agrega el legislador– es garantizar que el PRI tenga mayoría en el Congreso local.


Lo de ganar o perder la alcaldía de Puebla –sugiere– no sería importante si el PRI conservase el número de diputados que le dé la tranquilidad (no me acuerdo si dijo impunidad) para gobernar sin sobresaltos políticos”.


Para abundar sobre el tema, el buen Paco, que por cierto siempre anda bien y de buenas, apuntó lo que podríamos llamar el parámetro de la victoria legislativa del PAN, circunstancia que a ellos, los panistas, los pondría en la antesala de la gubernatura y a los marinistas en la puerta del infierno: “Necesitamos ganar 110 municipios”.


¿Usted cree que ante este panorama que tiene el sustento de la lógica política, Javier López Zavala esté pensando en ser candidato a la presidencia municipal, exponiéndose incluso a perder hasta el modito de andar?


La respuesta es no.


Javier no arriesgará a su estirpe política ni pondrá en peligro a quienes habrán de ser los herederos de la “cadena reproductiva”, los que se queden con la estafeta de la práctica que, después de tomarme un sabroso champurrado cuyas raíces son las mismas del pozol o del tascalate chiapaneco, se me ocurrió denominar “atole con el dedo”...

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