Tiempos de Nigromante de Arturo Rueda
*** Contra el Proyecto Z. Enrique Doger y Javier López Zavala, archienemigos, no se sentarán juntos esta mañana cuando el primero rinda su II informe de gobierno, ya que el segundo no asistirá como representante del gobernador. Si fueran astutos, quizá podrían armar una estrategia conjunta para responder a la conjura que sus enemigos comunes organizaron para lastimarlos a ambos mediante la locuaz aparición de Omar Álvarez Arronte.
Y es que si en un primer momento se pensó que detrás del ataque se encontraba el secretario de Gobernación, nuevas fuentes de información refieren que los verdaderos titiriteros de Omar en realidad son los compadres Valentín Meneses y Mario Montero.
La estrategia de los compadres –raro en ellos- parecía efectiva para lastimar a ambos futuribles. El daño para Doger era evidente: manchar la semana del II informe de gobierno municipal con acusaciones de corrupción. Por supuesto, el alcalde pensaría en Zavala como el primer responsable, dada su larga enemistad y en una de esas, cargaría contra él. Una vez más las hostilidades se reiniciarían –con el consiguiente daño al tricolor-, pero ahora en ausencia del gobernador, quien a su regreso encontraría dinamitado el panorama electoral rumbo a los comicios de noviembre. López Zavala, encargado de la conducción política de la entidad en ausencia de Marín, sería corresponsable del desastre y sus bonos bajarían ante “el jefe”.
Y aquí viene el punto fino de la conjura contra Javier López Zavala: el desastre político generado en la semana sería la piedra de toque para que Marín se decidiera a enviarlo como candidato a diputado plurinominal. ¿Y quien creen que se promovería para ocupar Gobernación? Pues claro, Mario Montero.
Y es que no hay que ser brujo para saber que la derrota y el desempleo enloquecieron a Montero, quien busca por todos los medios regresar a alguna actividad política. Fuentes del círculo monterista refiera que Montero responsabiliza a Zavala de su derrota, e incluso ha llegado a afirmar que López Zavala le dio dinero a Rafael Moreno Valle para fortalecer su campaña al Senado sin que el gobernador se enterara.
En su delirio, después de la derrota, Montero se promovió para todos los cargos habidos y por haber; primero como secretario de Desarrollo Social y después como Procurador en sustitución de Blanca Laura Villeda. Por supuesto, nunca tuvo fundamento por ello sigue en la congeladora. Pero en realidad, desde hace semanas, sus ojos están puestos en Gobernación, ya que piensa que desde ahí podría relanzar su aspiración a la gubernatura para capitalizar los 650 mil votos que “obtuvo en la elección” como afirmó en otro de sus estelares momentos en que se monta en el potro del alcohol.
Como dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio, según la ley física, para que Montero llegue a Gobernación y reactive su carrera sucesoria, primero debe desalojar a López Zavala, quien ya ha descartado de su camino la candidatura a la alcaldía y no piensa moverse de ahí.
De tal forma, el grupo Montero –léase Valentín Meneses y Javier Sánchez Galicia- ya ha decidido hacerse del espacio de poder que les falta –tiene en su poder al PRI y a Comunicación Social- y desalojar de la silla a Zavala para que se vaya al Congreso, sin recursos ni estructura para consolidar una candidatura a gobernador.
La ausencia del gobernador les dio el escenario perfecto para armar la conjura contra Zavala y Doger –a quien el monterismo también aborrece-. El instrumento elegido para golpear a ambos fue Omar Álvarez Arronte. Zavala no tendría como defenderse, ya que Puebla fue presa de la ingobernabilidad en la semana que Marín viajó Alemania. De paso, se caería el mito de Javier como el vicegobernador y verdadero responsable de la entidad política. Y por como se dieron los hechos, parece que la jugada no salió del todo mal.
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