sábado, 1 de noviembre de 2008

2009: Efecto Platanito


Tiempos de Nigromante

Arturo Rueda

De día y de noche. Antes de dormir y justo al despertarse, Mario Marín vive con una obsesión: ganar los dieciséis distritos electorales en julio del 2009.


Alcanzar el sueño dorado del carro completo para colocarse a la altura de gestas históricas como la de Manuel Bartlett en 1997, y de paso obtener un pasaporte para posicionarse entre el priísmo del futuro, llámese Enrique Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones.


Todos, todos los sondeos, tanto de empresas locales como nacionales, le dice que la meta está cerca. El margen de ventaja para el tricolor ronda entre los diez y los doce puntos porcentuales. El PAN, el próximo año, se prepara ya para ser arrasado. Sin embargo, los consultores alertan: falta mucho tiempo –ocho meses- para los comicios federales, y las lógicas que dictarán las razones de voto se encuentran en el ámbito nacional y no en el local. Confiarse a estas alturas, cegarse por la soberbia, podría provocar el ya famoso Efecto Platanito ocurrido en el 2007, cuando Antonio Sánchez Díaz de Rivera comenzó la campaña por 20 puntos de ventaja, y terminó derrotado por 20 puntos porcentuales. Es decir, la sangría de 40 puntos provocada por un mal candidato, que de favorito pasó ha aplastado.

El marinismo se asegura, por primera vez, de hacer a un lado la ceguera de la soberbia para sustituirla por el utilitarismo político: asegurar todas las variables locales para resistir cualquier cambio en los acontecimientos nacionales. El diagnóstico de las diferencias entre el 2009 y el 2006 deja lecciones importantes que desde Casa Aguayo ya han sido calculadas. El primero y más importante de las variables locales es conseguir la unidad del PRI. Conciliar las ambiciones del marinismo –y sus dos vertientes, el zavalismo y el monterismo-, así como conjuntar a los grupos regionales como el de Melquiades Morales e incluso llamar a la batalla la imagen mediática de Enrique Doger. Todos juntos por el 2009 podría titularse la película.

Nadie del dogerismo, se sabe con certeza, planea buscar a una candidatura en el 2009. El último que tenía esperanzas de buscarla es el ex tesorero Jorge Ruiz, pero órdenes superiores lo han hecho desistir. En el caso de su esposa, Sandra Montalvo, quien busca el sexto distrito de la capital, se identifica con el grupo político de Mario Montero. En el caso de Melquiades Morales, el marinismo busca pagarle su cuota con Fernando Morales por el distrito de Ciudad Serdán, aunque en realidad El Parri se identifica ahora con el Proyecto Z y no se ha ahorrado invectivas contra su familia a cambio de congraciarse con el marinismo. Algunos liderazgos regionales no identificados con ningún grupo político, como el caso de Carlos Peredo Grau por Teziutlán, también recibirían espacios en aras de consolidar la unidad.

El repentino activismo de Alejandro Armenta, reuniéndose en días seguidos con Carlos Meza y Enrique Doger, precisamente sigue la estrategia de presumir la unidad tricolor frente al gallinero panista después del destape morenovallista. El dirigente municipal lo había acusado de formar parte de la cargada zavalista, y el ex alcalde tenía meses de no tomarle la llamada. Pero ante las instrucciones superiores, Armenta se comió el marrón –dirían los españoles- y puso su mejor cara de dirigente.

La inminente aprobación de la cuenta pública dogerista es la prueba confirmatoria de la pretendida unidad priísta. Aunque los hados funestos sugerían lo peor para el destino político del ex alcalde, incluida la persecución y hasta la cárcel, la sangre no llegó al río, aunque el frío político hizo que Doger aprendiera su propia lección.

A contrapelo de las fuerzas zavalistas, el gran operador de la unidad ha sido Mario Montero desde Gobernación, quien ve también en el 2009 la oportunidad de obtener el boleto para la silla máxima, pero alejado del protagonismo del secretario de Desarrollo Social, quien corre desbocado al acrecentar su imperio zetista.

El peligro late en la soberbia. El peligro es que ante tal ventaja, más el funesto escenario que el PAN enfrentará el próximo año por las crisis económica, el marinismo dé marcha atrás en el plan de la unidad, y en la intención de postular a los mejores candidatos. Ya se vio que los burros no ganan sólo con la camiseta, y el Efecto Platanito en las elecciones locales del 2007 nadie puede olvidarlo. Toño Sánchez partió con una ventaja de 20 puntos, lo que llevó a marginar a Ana Teresa Aranda y a otros grupos de panistas. Al final, perdió por esos 20 puntos.

¿Alguno de los mencionados en las listas de aspirantes a las diputaciones federales podría sufrir un Efecto Platanito? Ya veremos más adelante.

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